oficio de lectura
EL CAMINO DE LA LUZ
El camino de la luz es como sigue: el que quiera llegar al lugar prefijado ha de esforzarse en hacerlo con sus obras. Ahora bien, se nos ha dado a conocer cómo debemos andar este camino. Ama a Dios, que te creó; venera al que te formó; glorifica al que te redimió de la muerte; sé sencillo de corazón y rico en el espíritu; no te juntes a los que van por el camino que lleva a la muerte; odia todo aquello que desagrada a Dios; odia toda simulación; no olvides los mandamientos del Señor. No te ensalces a ti mismo, sé humilde en todo; no te arrogues la gloria a ti mismo. No maquines el mal contra tu prójimo; guarda tu alma de la arrogancia.
Ama a tu prójimo más que a tu propia vida. No cometas aborto, ni mates tampoco al recién nacido. No descuides la educación de tu hijo o hija, sino enséñales desde su infancia el temor de Dios. No desees los bienes de tu prójimo ni seas avaro; tampoco te juntes de buen grado con los soberbios, antes procura frecuentar el trato de los humildes y justos.
Cualquier cosa que te suceda recíbela como un bien, consciente de que nada pasa sin que Dios lo haya dispuesto. No seas inconstante ni hipócrita, porque la hipocresía es un lazo mortal.
Comunica todas las cosas con tu prójimo y no tengas nada como tuyo, pues si todos sois copropietarios de los bienes incorruptibles, ¿cuánto más no debéis serlo de los corruptibles? No seas precipitado en el hablar, porque la boca es un lazo mortal. Procura al máximo la castidad, en bien de tu alma. No seas fácil en abrir tu mano para recibir y en cerrarla para dar. A todo el que te comunica la palabra de Dios ámalo como a las niñas de tus ojos.
Recuerda día y noche el día del juicio y busca constantemente la presencia de los santos, ya sea argumentando, exhortando y meditando con qué palabras podrás salvar un alma, ya sea trabajando con tus manos para obtener la redención de tus pecados.
No seas reacio para dar, ni des de mala gana, sino ten presente cuán bueno es el que te ha de remunerar por tus dádivas. Conserva la doctrina recibida, sin añadirle ni quitarle nada. El malo ha de serte siempre odioso. Juzga con justicia. No seas causa de desavenencias, antes procura reconciliar a los que contienden entre sí. Confiesa tus pecados. No vayas a la oración con mala conciencia. Éste es el camino de la luz.
De la carta llamada de Bernabé
(Cap. 19, 1-3. 5-7. 8-12: Funk 1, 53-57)
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