Todos, tanto los buenos como los malos, están invitados al reino de Dios,. La salvación está abierta a todos. Pero ellos deben estar dispuestos, deben responder al llamado de Dios. Y una vez respondan, deben ser consistentes. Deben compartir en la lucha a muerte de Jesús contra el mal, para vivir la vida de Cristo. En el banquete eucarístico es donde realmente recibimos la fuerza para vivir la vida de
Jesús. Ahí el Señor nos prepara para la fiesta del matrimonio real.
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