San Ireneo de Lyon (c. 130-c. 208), obispo, teólogo y mártir
Contra los herejes, III 11,8; 9,1
Uno de los primeros testimonios históricos de los evangelistas
Los apóstoles se fueron hasta los extremos de la tierra proclamando la buena noticia de los beneficios que Dios nos regala y anunciando a los hombres la paz del cielo. (cf Lc 2,14) Ellos poseían, cada uno en particular y todos en común, la buena noticia de Dios. Mateo precisamente, entre los hebreos, difundió en su propia lengua una forma escrita del evangelio, mientras que Pedro y Pablo evangelizaron en Roma y fundaron la Iglesia. Después de la muerte de ellos, Marcos el discípulo e intérprete de Pedro (1P 5,13) nos transmitió también, por escrito, la predicación de Pedro. Asimismo, Lucas, el compañero de Pablo, ha consignado en un libro el evangelio predicado por éste. Por fin, Juan, el discípulo del Señor, el mismo que reposó sobre el costado de Jesús (Jn 13,25) ha publicado a su vez el evangelio durante su estancia en Efeso.
Mateo, en su evangelio presenta la genealogía de Cristo como hombre: “Genealogía de Jesús, Mesías, Hijo de David, Hijo de Abrahán:...el nacimiento de Jesús fue así:..” (cf Mt 1,1-18) Este evangelio presenta a Cristo en su condición humana. Por esto encontramos en él a un Cristo animado siempre por sentimientos de humildad, siendo un hombre lleno de ternura... El apóstol Mateo conoce un solo y único Dios que prometió a Abrahán multiplicar su descendencia como las estrellas del firmamento (Gn 15,5) y que nos ha llamado, gracias a Jesucristo su Hijo, del culto a las piedras al conocimiento del Dios verdadero (cf Mt 3,9), de manera que “al que no es mi pueblo lo llamaré “Pueblo mío”, y “Amada mía” a la que no es mi amada.”(Os 2,25; Rm 9,25)
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