martes, 20 de septiembre de 2016

Meditación: Lucas 8, 19-21


Santos Andrés Kim Taegon, Pablo Chong Hasang y Compañeros

Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica. (Lucas 8, 21)

Al escuchar estas palabras de Jesús en el Evangelio de hoy es cierto que inicialmente pensamos que son un poco decepcionantes, pero Cristo no estaba en absoluto desestimando el valor de los lazos familiares ni criticando a su madre. De hecho, la estaba elogiando, no sólo como madre suya en términos humanos, sino como aquella que había hecho la voluntad de Dios.

Cuando la Virgen dio su consentimiento para concebir a Jesús, la Palabra divina se hizo carne en ella, pero al referirse a la fe y la obediencia de ella, Jesús estaba explicando que el lazo fundamental que une a los creyentes con él no es el consanguíneo, sino el espiritual, ya que su Madre escuchó y actuó según la Palabra de Dios.

Es útil reconocer que no fue una sola vez que la Virgen le dio su “sí” al Señor —”Que Dios haga conmigo según tu palabra” (Lucas 1, 38)— porque su acto de obediencia se repitió una y otra vez en su vida: cuando fue a visitar a su prima Isabel, cuando salió de viaje a Egipto con José, y cuando dejó que su Hijo saliera a realizar las obras de su Padre. El sí incondicional que María dio en la Anunciación llega a su culminación en el “sí” que silenciosamente reiteró a los pies de la cruz de su Hijo. Los largos años de obediencia a la voluntad de Dios la prepararon para poder confiar en el Padre sin poner objeciones ni protestar.

Ningún otro ser humano puede unirse a Jesús de la manera que lo hizo María, por su condición de madre natural; pero cualquiera puede adoptar la fe en él, como ella lo hizo. La obediencia a la Palabra de Dios nos puede unir a Cristo también en forma íntima, como familiares suyos.

Acatemos, pues, la llamada del Padre, cualquiera que sea y digámosle junto con la Virgen María: “Hágase en mí según tu palabra.” Dios nos bendecirá con la gracia y los dones necesarios para llevar a cabo la misión que él nos quiera encomendar.
“Jesús, Señor mío, hazme parte de tu familia y ayúdame a creer, aceptar y obedecer tu palabra, como la Virgen María. Ayúdame, Señor, a decir que sí a todo lo que me pidas.”
Proverbios 21, 1-6. 10-13
Salmo 119(118), 1. 27. 30.34-35. 44

fuente:Devocionario católico la palabra con nosotros

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