Estimados parejas de novios, en el articulo anterior, buscamos el tema de admiración. En este artículo, tenemos la posibilidad de encontrarnos con una de las mayores virtudes y actitudes humanas: la ternura. No se trata aquí de definir, pero descubrir lo que debemos hacer para convertirnos personas amables, simples y próximas.
“La ternura nace en el corazón de quien se siente amado”, asegura Santa Teresa de Jesús, mística española del siglo XVI. Esta mujer enamorada por la vida dejó ser tocada, por la dulzura divina y cambio por entero.
En la vida de dos personas, que admiradas una por la otra se sienten llamadas na compartir momentos, circunstancias y esperanzas, la ternura viene contribuir para dejar de lado cualquier tipo de división o interés.
Falta constante de ternura
Hoy, escucho muchas parejas que, por varias razones, se quejan por el dolor que causa una cierta desconfianza, una incomodidad y incluso un aprieto en el corazón. “Mi novio, mi novia no confiá en mí”. Expresiones como estas viene de una actitud agresiva y nada tierna. Las desconfianzas son una señal visible de quien, no esta feliz con lo que se acerca, prefiere mantenerse lejos. En la vida que llevamos, muchas actitudes negativas proviene de la falta de madurez, pero en la relación de personas que se aman, proviene de una falta constante de ternura y bondad.
Ejercer la ternura en primero paso es acercarse. Es necesario sentir el olor del otro, tenemos que sensibilizar frente al rostro de él. Quien no se acerca nunca tendrá la oportunidad de practicar la ternura. El regazo de la madre es el espacio exclusivo por medio del cual por tras de un vidrio o miles de kilómetros de distancia. Los novios van ser próximos a medida que se sensibiliza uno para con el otro. Es agradable cuando la novia buena en matemática explica para su novio que es bueno en español. Esta complementariedad que nace de la ternura hace que las relaciones se conviertan cada vez más solidas.
Coraje de perdonar
Preguntas y respuestas duras, silencios vacíos o acciones indebidas endurece el corazón. Un segundo paso para la vivencia de la ternura es la consolación. Hasta es una obra de misericordia. Espiritual. Encuentro personas que, en el lugar de consolar, aumentan y dilata la herida, creando situaciones desproporcionadas. Quien vive la ternura sabe que un error no puede ser superado con una ofensa. Cuando existe un mal entendido, necesitamos consolar y no aumentar el tamaño de la situación o de la circunstancia que provocó aquel malestar. El Papa Francisco pide para que, siempre que ocurrir algo malo, tengamos el coraje de disculpar el otro mismo que no tengamos responsabilidad. Eso transforma, supera y suaviza el corazón de quien necesita ser acogido y perdonado con ternura.
Por último, existe quien dice que la enfermedad no dura mil años, porque no existe cuerpo que resiste. La ternura vence todos los conflictos interiores. Aprendamos, por ejemplo, en acusar de nuestras faltas, haciendo con que la relación de novio sean menos tensa. No digo justificar como algunos que pretenden hacer, pero acusarse. Aprender a pedir perdón sin dar tanta transcendencia, sin tanto conflicto. Los novios y los novios tiene tiempo todo para hacer bromas, para crecer en la alegría, en el conocimiento reciproco, y la ternura es un instrumento eficaz y valioso que contribuye en esta realidad. Evitemos, entonces, todo aquello que pueda convertirnos personas agresivas y vivamos la ternura de forma fuerte y feroz. ¡Ser terno no es ser meloso, pero amable!
Padre Rafael Solano
Sacerdote de la Archidiócesis de Londrina. Rector del Seminario Mayor Pablo VI.
Professor de la PUC – PR
Sacerdote de la Archidiócesis de Londrina. Rector del Seminario Mayor Pablo VI.
Professor de la PUC – PR
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