“Id también vosotros a mi viña.” Hermanos, os preguntáis, tal vez, por qué no se llama a todos los obreros a la misma hora para ir a trabajar a la viña del Señor. Os respondo que el designio primero de Dios fue de llamarlos a todos a la misma hora. Pero ellos no quisieron ir en el momento de ser llamados. Por esto, Dios en persona viene a llamarlos más tarde, cada uno en particular...a la hora en que él piensa que le responderán a su invitación.
Esto es lo que San Pablo advierte refiriéndose a si mismo: “Cuando Dios, que me eligió desde el seno de mi madre...” (Gal 1,15) ¿Cuándo fue esto, sino en el momento en que Dios sabía que Pablo iba a responder a su llamada? Dios quería llamarlo, ciertamente, desde el comienzo de su vida, pero como Pablo no hubiera seguido el llamamiento, Dios decidió llamarlo cuando sabía que respondería a su voz. Del mismo modo, Dios llamó al buen ladrón sólo en la última hora (Lc 23,43), aunque hubiera podido hacerlo antes si hubiese visto que este hombre habría escuchado su llamada.
Así, pues, si los obreros de la parábola dicen que nadie los ha contratado, es para acordarnos de la paciencia de Dios... El demuestra claramente que ha hecho todo lo que estaba en su mano para que todos pudieran ir a la primera hora del día. Así, la parábola de Jesús nos da a entender que las personas se entregan a Dios a edades muy diversas. Y Dios quiere a toda costa impedir que los primeros desprecien a los últimos.
presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía sobre el evangelio de Mateo, 64,3
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