Frente a las tentaciones, compórtate como una fuerte mujer y combate con la ayuda del Señor. Si caes en el pecado no te quedes allí, desanimada y decaída. Humíllate, pero sin perder coraje; rebájate, pero sin denigrarte, derrama lágrimas de contrición sinceras para lavar tus imperfecciones y tus faltas, pero sin perder confianza en la misericordia de Dios que será siempre más grande que tu ingratitud. Toma la resolución de corregirte, pero sin presumir de ti, pues solamente en Dios debes poner tu fuerza. Finalmente, reconoce sinceramente que si Dios no fuera tu armadura y tu escudo, tu imprudencia te habría llevado a cometer todo tipo de pecados.
No te sorprendas por tus debilidades. Más bien acéptate tal y como eres; sonrójate por tus infidelidades hacia Dios, pero hazle confianza y abandónate tranquilamente en él, como un pequeño niño en los brazos de su madre.
capuchino
Un Pensamiento (EP 3, 698; AP, Mediaspaul, 1991, p.61))
(Trad. ©Evangelizo.org)
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