miércoles, 5 de septiembre de 2018

COMPRENDIENDO LA PALABRA 050918

“Todos te buscan....Vamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para predicar también allí, pues para esto he venido.” (Mc 1,38)

Que toda alma que busca a Dios sepa que Dios la ha buscado antes, es el primero en buscarla... “En mi lecho, por la noche, busqué al amor de mi alma” (cf Ct 3,1). El alma busca al Verbo pero el Verbo la buscó antes... Abandonada a si misma, nuestra alma no sería más que un soplo que se va y no vuelve. ¡Escuchad las quejas y lamentos de aquella que yerra después de haber perdido el rumbo: “Si me extravío como oveja perdida, ven en busca de tu siervo, porque no he olvidado tus mandatos” (Sal 118,176). ¡Oh hombre, quieres volver; si dependiera de tu voluntad únicamente ¿porqué pedirías auxilio?... Es evidente que nuestra alma quiere volver pero no puede. No es más que un soplo errante que por si sólo nunca volvería... ¿De dónde le viene esta voluntad? Le viene porque el Verbo la ha visitado y la ha buscado. Esta búsqueda no ha sido en vano ya que ha suscitado la voluntad sin la cual no hay retorno posible.

    No es suficiente que el alma sea buscado una vez. Como languidece y el retorno es demasiado difícil...La voluntad la tengo, dice San Pablo, pero no acabo de hacer el bien, (cf Rm 8,18). ¿Qué es lo que pide, pues, el alma en el salmo citado? Nada más que ser buscada, porque no buscaría sino fuera buscada, no insistiría en la búsqueda sino fuera hallada.

San Bernardo (1091-1153)
monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Sermón 84, sobre el Cantar de los Cantares, 3

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