El caos que generan los volcanes cuando hacen erupción es inmenso: el humo y la ceniza oscurecen el cielo en varios kilómetros a la redonda.
La lava incandescente devora las laderas de las montañas, destruye los grandes bosques, amenaza a los pueblos vecinos y va abriendo a su paso nuevos cauces de destrucción.
Una erupción volcánica es sin duda muy dañina, pero también tiene su lado positivo. Cuando la lava llega al agua del mar, se enfría, se endurece y a veces da origen a nuevas islas. Las cenizas cubren la tierra, pero al cabo de años fertilizan el suelo y poco a poco empieza a crecer una nueva vegetación. Tras la violencia y la muerte que trajo la erupción, surge un nuevo paisaje en el que Dios hace surgir la fertilidad y la vida.
Esta imagen es perfecta para ilustrar la fiesta que celebramos hoy. Originalmente el 14 de septiembre se celebraba el día en que Santa Elena, la madre de Constantino, el emperador romano, descubrió la verdadera cruz de Cristo en una peregrinación a Jerusalén. Pero con el tiempo, esta conmemoración evolucionó no solo a celebrar el hallazgo de la cruz, sino también la victoria que Jesús obtuvo cuando fue exaltado o levantado en esa cruz. Y así fue como la fiesta adquirió su nuevo nombre: La Exaltación de la Santa Cruz.
Es un día de conmemoración y celebración y con razón se le llama “fiesta”, así que, ¡celebremos! Disfruta de este día como lo haces cuando tienes un día libre. No te fijes solamente en todo lo que tienes que hacer para agradar al Señor, ni te preocupes de si has progresado mucho o poco en tu camino a la santidad. Deja la preocupación para otro día; hoy, relájate y disfruta.
Regocíjate porque la muerte ha sido vencida por el poder que se desencadenó en el Calvario. Regocíjate por la Sangre que fluyó en la cruz, la Sangre que destruye las fortalezas del pecado y forja nuevos caminos de esperanza para ti. Regocíjate en la tierra nueva, el Reino de los Cielos, que se ha convertido en la sólida base de tu vida. Y más que nada, regocíjate porque Dios te ama tanto que, en vez de condenarte, envió a su Hijo a salvarte.
A veces la vida parece un caos, casi tanto como una erupción volcánica. Incluso en ciertas ocasiones Dios hace cosas que parecieran desordenadas, pero siempre de la muerte hace surgir la vida.
“Amado Señor Jesús, me regocijo y te doy gracias porque por tu santa cruz redimiste al mundo.”
Números 21, 4-9
Salmo 78(77), 1-2. 34-38
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros
No hay comentarios:
Publicar un comentario