Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces sí ayunarán. (Mateo 9, 15)
¿Por qué razón debemos ayunar? Después de todo, Jesús, el Esposo, no se ha alejado de nosotros. Aún podemos encontrarlo en el Santísimo Sacramento, aún se encuentra en nuestros corazones. También sigue presente cuando dos o más se reúnen en su nombre, como prometió. Entonces, ¿no debería haber terminado ya el tiempo de ayunar?
Bueno, sí y no. Jesús ciertamente está con nosotros. Pero como escribió San Pablo, todavía vemos “de manera indirecta, como en un espejo” (1 Corintios 13, 12). Jesús no nos ha abandonado, pero ciertamente aún puede resultarnos difícil percibir su presencia o escuchar su voz. Las múltiples ocupaciones que tenemos en la vida, los impulsos de nuestra naturaleza caída y las limitaciones de la fe, que es demasiado humana, pueden conspirar juntas para mantenernos en la oscuridad.
Estas son las razones por las que el ayuno sigue siendo necesario para nosotros. No ayunamos simplemente porque seamos pecadores, aunque sí lo somos; ayunamos porque anhelamos ver a Jesús; ayunamos para poder alejar la atención de nosotros mismos y más bien centrarla en el Único que puede hacer realidad todas nuestras esperanzas y deseos. Cada vez que nos privamos de algún placer, ya sea un manjar especial, pasar tiempo frente a la televisión o dormir media hora más por la mañana, estamos proclamando que la vida es mucho más que la búsqueda de lo agradable y la comodidad. Estamos declarando que la idea que tiene el mundo de la felicidad y la satisfacción no es necesariamente la correcta.
Ayunar nos da la oportunidad de buscar a Jesús con todo el corazón, de forma que podamos encontrarlo (Jeremías 29, 13). Nos ayuda a ponernos por encima de las distracciones de este mundo y de los deseos de la carne para poder enfocar la atención en lo que realmente importa. Esta es la razón por la cual Jesús nos dijo que no debemos vernos tristes cuando ayunamos, porque el ayuno debe hacerse con un corazón y una fe expectantes, no con tristeza ni actitud de desánimo, porque estamos buscando al Señor que nos ha redimido, estamos buscando al Esposo, cuyo amor por nosotros no conoce límites, y él a su vez nos está buscando a nosotros.
“Señor Jesús, yo creo que tú estás a mi lado, pero en realidad no puedo verte. Ayúdame a centrar mi corazón en ti para poder encontrarte y llenarme de tu amor.”
Génesis 27, 1-5. 15-29
Salmo 135 (134), 1-6
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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