Inmediatamente recobré la vista. (Hechos 22, 13)
Saulo de Tarso, que toda su vida había sido un fiel fariseo y honraba a Dios, tenía un gran “punto ciego” que no le dejaba ver que los cristianos, a quien perseguía, eran sus hermanos y que Jesús era el Mesías verdadero. Pero un día se encontró con Cristo en el resplandor de una luz deslumbrante y cegadora y se dio cuenta de cuán equivocado había estado y cuán ciego había sido. Ahora podía comenzar a ver claramente la realidad.
A veces nosotros mismos tenemos puntos ciegos, incluso después de años de seguir al Señor, tal vez por suposiciones injustificadas sobre algunas personas por cualquier motivo, traumas del pasado o antiguos prejuicios que condicionan la manera cómo tratamos a otros. El Señor quiere que veamos a todos los demás como él los ve, como hijos amados de Dios.
Hoy, en la fiesta de la Conversión de San Pablo, concluye la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Cada año, del 18 al 25 de enero, la Iglesia nos invita a unirnos a los cristianos de diversas tradiciones religiosas de todo el mundo para orar por la unidad. Pidamos al Señor que abra nuestros ojos espirituales y nos ayude a ver el rostro de Cristo en cada uno de los cristianos, de cualquier denominación a la que pertenezcan; que nos quite los puntos ciegos que nos impiden relacionarnos con otros creyentes como hermanos.
Por eso, oremos hoy por la unidad de todos los cristianos. Pídele al Señor que te ayude a identificar los “puntos ciegos” que tengas en este aspecto. Ora también por los obispos y pastores de las diversas comunidades cristianas, para que también vean claramente la necesidad de la unidad. Oremos además por otros católicos, especialmente a quienes mucho les cuesta aceptar la idea de la unidad con cristianos de otras confesiones, y también por los que son reacios a buscar vías de reconciliación y cambio.
Nuestro Padre celestial desea ardientemente que todos sus hijos vivan en entornos de amor y unidad, y anhela que un día el amor que nos demostremos los unos a los otros se convierta en un testimonio para el mundo entero. Todos podemos hacer nuestra parte para hacer realidad la oración de Jesús: “Que todos sean uno” (Juan 17, 21).
“Amado Padre celestial, abre mis ojos para que yo vea a todos los que creen en ti como hermanos míos.”
Salmo 117 (116), 1-2
Marcos 16, 15-18
Fuente Devocionario católico La Palabra con nosotros
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