Un alma pura tiene todos los poderes
No hay nada tan hermoso como un alma pura. Si lo comprendiéramos no perderíamos la pureza. Un alma pura es como una perla fina. Mientras está en el fondo del mar, escondida en una concha marina, nadie piensa en admirarla. Pero si la muestras al sol, la perla brilla y atrae las miradas. La pureza viene del cielo: hay que pedirla a Dios. Si la pedimos, la obtenemos. Hay que tener cuidado de no perderla. Cerrar nuestro corazón al orgullo, a la sensualidad y a las otras pasiones.
Hijos míos, es difícil comprender el poder que un alma pura tiene sobre el Buen Dios: ella obtiene todo lo que quiere. Un alma pura es junto a Dios como un niño junto a su madre: lo acaricia, lo abraza y la madre le devuelve caricias y abrazos.
Para conservar la pureza hay tres cosas: la Presencia de Dios, la oración y los sacramentos.
San Juan María Vianney (1786-1859)
presbítero, párroco de Ars
Pensamientos del santo Cura de Ars (“Pensées choisies du saint Curé d'Ars”, J. Frossard, Téqui, 1961), trad. sc©evangelizo.org
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