Los dos mandamientos del amor
Amamos a Dios. Amar a Dios es el primer mandamiento. El segundo le es semejante, ya que sólo a través de los otros podemos dar a Dios amor por amor.
El peligro es que el segundo mandamiento devenga el primero. Tenemos una prueba para saberlo: amar a cada hombre es amar a Cristo, es amar a Dios en cada hombre. Sin preferencias, sin categorías, sin excepción.
El segundo peligro es que no podamos amar. No vamos a poder si separamos la caridad de la fe y la esperanza.
La fe y la esperanza las da la oración. Sin rezar no podemos amar. (…)
Es la fe, es la esperanza, dilatadas por la oración, que despejan el camino de nuestro amor de su obstáculo más grande: la preocupación por nosotros mismos.
El tercer peligro es de no amar “cómo Jesús nos ha amado” sino a la manera humana. Es quizás el peligro más grande. (…)
No es nuestro amor que tenemos que dar, es el amor de Dios. El amor de Dios es una persona divina, es el don de Dios para nosotros, pero permanece un don. Don que debe atravesarnos, penetrarnos para ir a otra parte, para ir a los otros.
Venerable Madeleine Delbrêl (1904-1964)
laica, misionera en la ciudad.
La alegría de creer ("La joie de croire", Seuil, 1968), trad. sc©evangelizo.org
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