Cada vez que pensamos en la Santísima Trinidad, podemos sentirnos desconcertados. Esta doctrina de nuestra fe dice que hay un solo Dios que eternamente existe como tres Personas distintas. Pero, ¿cómo puede ser Dios uno solo y tres Personas al mismo tiempo?
Este dogma siempre será un misterio. Creemos que Dios es uno, uno en sustancia, uno en esencia y uno en naturaleza. También creemos que las tres Personas de la Trinidad son consustanciales, que cada una de ellas es completamente Dios.
Al mismo tiempo, creemos también que Dios es tres “Personas”. Esto no significa que Dios sea tres individuos distintos e independientes, de la misma forma en que los seres humanos son personas separadas. No, la distinción entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no descansa en su autonomía sino en la “referencia de cada uno a los otros” (Catecismo de la Iglesia Católica, 252). En otras palabras, Dios existe en una relación de amor, un amor que él nos invita a compartir.
Finalmente, creemos que Dios nos creó a su imagen y semejanza. Esto significa que él también nos ha creado para relacionarnos unos con otros. El mandamiento de Jesús, de amar a Dios y al prójimo, significa que él desea que nosotros nos esforcemos por estar unidos unos con otros; quiere que seamos uno para que el mundo tenga incontables testigos de su amor.
Así que, en este gran día de celebración, permite que el amor de Dios se convierta en tu amor. Permite que te mueva a perdonar a aquellos que te han herido. Permítele que te mueva a decir una palabra amable, a ofrecer una bendición y a cuidar de aquellos que están en necesidad. Permítele que te mueva a convertirte en una luz más brillante que irradie el amor de Dios en este mundo tan oscurecido por el pecado y la división.
“Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, ayúdame a amar, te lo ruego.”
Éxodo 34, 4-6. 8-9
(Salmo) Daniel 3, 52-56
Juan 3, 16-18
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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