viernes, 12 de junio de 2020

MEDITACIÓN PARA HOY: MATEO 5, 27-32

¿Sacarse los ojos? ¿Cortarse la mano? Jesús no estaba hablando en serio, ¿verdad?

Pues, literalmente no, pero utilizó estos ejemplos extremos para enfatizar que él se toma muy en serio la sexualidad. Él desea que nos veamos los unos a los otros con el mayor de los respetos, no como objetos que pueden ser usados para gratificación. Jesús quiere que valoremos a nuestros hermanos y hermanas como hijos de Dios y los tratemos con la dignidad que se merecen. Así que tomemos un momento para examinarnos la conciencia en el área de la pureza sexual.

Jesús nos dice que el ojo es la lámpara del cuerpo (Mateo 6, 22). Cuando tenemos los ojos enfocados en trabajar, cuidar a la familia y leer la Palabra de Dios, nos iluminan. Sin embargo, cuando miran cosas inapropiadas o a otras personas con intenciones deshonestas, pueden llevarnos a la oscuridad y la vergüenza. ¿Cómo estoy usando mis ojos? ¿Estoy viendo al Señor, o imaginándomelo, o estoy mirando imágenes que me provocan pensamientos lujuriosos?

Y, ¿qué hay sobre mi cuerpo? Si estoy casado, ¿respeto y trato con amor a mi esposa o esposo, mostrándole afecto físico puro y sin egoísmo? ¿He evitado el contacto físico inapropiado con alguien del sexo opuesto? Si soy soltero, ¿practico la castidad con mis amistades? Cualquiera que sea mi estado de vida, ¿procuro poner siempre primero al Señor en mis pensamientos y acciones para protegerme de las tentaciones lujuriosas? ¿Amo al Señor más que a todas las cosas, incluso por encima de mi propio placer y satisfacción?

Permite que el Espíritu Santo sea tu guía mientras meditas en estas preguntas. Si él trae a tu mente algunas áreas en las que necesitas corrección, aprovecha el Sacramento de la Reconciliación para ponerte en paz con Dios y contigo mismo. Recuerda que no importa lo que tú hayas hecho, Jesús puede devolverte la pureza y la inocencia. Nunca subestimes el poder que el perdón puede traer a tu vida. Y no temas lo que el confesor vaya a pensar de ti. ¡Ya lo ha escuchado antes de todas maneras! Solamente entrega tu corazón a Jesús, él te consuela, te sana y te libera.
“Amado Señor Jesús, gracias por tu misericordia. Me arrepiento de cualquier pecado sexual que haya cometido y te pido que me sanes y me purifiques, para edificar tu Reino y concentrarme en lo que es verdadero, bueno y santo.”
1 Reyes 19, 9. 11-16
Salmo 27 (26), 7-9. 13-14

fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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