Vivir sobre la roca de la fe
El justo, el que por el bautismo ha revestido al hombre nuevo creado en la justicia, en tanto que justo, vive de la fe, de la luz que le aporta el sacramento de la iluminación. Más vive de la fe, más vive de la verdadera vida sobrenatural, más realiza en él la perfección de su adopción divina. Vean bien esta expresión: “Ex fide”. ¿Qué quiere decir exactamente? Que la fe debe ser la raíz de todos nuestros actos, de nuestra vida. Existen almas que viven “con la fe”: “Cum fide”. Tienen la fe y no se puede negar que la practican, pero sólo recuerdan su fe en ciertas ocasiones. (…)
Pero cuando la fe es viva, fuerte, ardiente, cuando se vive de fe, o sea que nos conducimos en todo por los principios de la fe, cuando la fe es la raíz de todos nuestros actos y principio interior de toda nuestra actividad, entonces seremos fuertes y estables a pesar de las dificultades, contrariedades y tentaciones. ¿Por qué? Porque por la fe juzgamos y estimamos todo como Dios juzga y estima: participamos de la infalibilidad, inmutabilidad y estabilidad divina.
Es lo que nos dijo Nuestro Señor. “Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica,” -es esto vivir de la fe- “puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó”, agregó en seguida Cristo Jesús, “porque estaba construida sobre roca” (Mt 7,24-25).
Beato Columba Marmion (1858-1923)
abad
Nuestra fe, victoria sobre el mundo (Le Christ Idéal du Moine, DDB, 1936), trad. sc©evangelizo.org
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