Evangelio según San Mateo 5,33-37
Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor.
Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios,
ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey.
No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos.
Cuando ustedes digan 'sí', que sea sí, y cuando digan 'no', que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.
RESONAR DE LA PALABRA
San Antonio nació en Portugal, pero se lo conoce con el nombre de la ciudad italiana de Padua, donde murió y donde se veneran sus reliquias. Posiblemente sea el santo más popular de todo el santoral. El papa León XIII lo llamó "el santo de todo el mundo", porque su imagen y devoción se encuentran por todas partes. Un biógrafo de su tiempo decía de él que "era poderoso en obras y en palabras. Su cuerpo habitaba esta tierra, pero su alma vivía en el cielo". Es patrono de mujeres estériles, de los viajeros, albañiles, panaderos y papeleros. Muchos le siguen invocando cuando pierden un objeto o andan buscando un buen esposo o esposa.
En el evangelio de hoy se habla de la sinceridad a partir del valor y del uso del juramento. Aclaremos antes una cosa: Jurar, en sí mismo, no es un error. Hasta el mismo derecho canónico prescribe el juramento. Jurar ante Dios puede constituir incluso una expresión de fe en Quien está en todas partes, lo ve todo e interviene a favor de los justos.
Pero, lamentablemente se da el fenómeno de la mentira. Por ser tan universal, origina la triste experiencia de que nadie se fíe de quienes hablan sin testigos. Por eso, los tribunales de justicia exigen siempre testigos; y, según los judíos, debían ser al menos dos.
Hoy además son frecuentes las noticias conocidas como fake news, falsas informaciones que son emitidas a través de portales, prensa escrita, radio, televisión y redes sociales. Se difunden con la intención deliberada de engañar, inducir a error, manipular, desprestigiar o enaltecer a una institución, entidad o persona, obtener ganancias económicas o rédito político…
Ante tal fenómeno, hoy tan extendido, el juramento es la prueba de la existencia de la mentira. Si ésta no existiera, no habría necesidad alguna de acudir al juramento y el “sí” seria “sí” y el “no” sería “no”.
Sabiendo esto, Jesús avisa sobre el abuso del juramento. Con sus advertencias, aboga en la línea de que las relaciones humanas queden marcadas por la confianza recíproca. Basta con ser claros y sinceros. La sinceridad es comparable con la transparencia. Un cristal es transparente cuando está limpio. Una persona es transparente cuando es pura y no tiene segundas intenciones. Ser así requiere valor. Los psicólogos dicen que la mayor parte de las mentiras estás dictadas por el miedo. Si persiste el miedo, la mentira puede degenerar en una mala costumbre, un modo de esconderse. Jesús, por el contrario, promueve la luz, la claridad, la transparencia.
Juan Carlos Martos, cmf
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