Evangelio según San Marcos 4,26-34
Y decía: "El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra:sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga.Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha".También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo?Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra,pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra".Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender.No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.
Queridos hermanos:
Un día más comparto con vosotros lo que en mi corazón queda resonando después de leer las lecturas de este viernes. Me ha llenado de paz.
Me he sentido invitado por Dios mismo a “recordar aquellos días primeros…”, cuando comenzaba mi búsqueda vocacional por el camino de la fe; o aquellos primeros encuentros con Dios en la oración que removieron mi vida; o aquellas primeras experiencias misioneras y pastorales en las que Dios tocaba el corazón de aquellos jóvenes, niños, parejas, adultos…
De vez en cuando necesitamos volver a recordar aquel “primer amor” en nuestra relación con Dios, cuando se fraguaban las decisiones fundamentales de la vida y de la fe. Con el tiempo han podido venir dificultades de todo tipo, tiempos duros, equivocaciones y errores, quizás incluso el desánimo o la desesperanza, la apatía o la acedia. Necesitamos volver a aquellos primeros tiempos de enamoramiento, de compromiso, de radicalidad, de fuerza… y recuperar, ahora más realistas, aquel Amor del que, como Fuente, todo mana.
También nos hace falta paciencia, como también nos dice Pablo hoy, “para cumplir la voluntad de Dios y alcanzar la promesa”. Y es que en las situaciones que vivimos hoy día en todo el mundo lo más fácil es desanimarse y abandonar toda lucha. Necesitamos recordar, es decir, volver a pasar por el corazón, aquel primer Amor. Y necesitamos paciencia confiada y activa, para seguir caminando y luchando, en medio de tanta negatividad.
Os invito a uniros al salmo de hoy y a orar despacio, haciendo suyas cada uno sus palabras: “Confía en el Señor y haz el bien… Encomienda tu camino al Señor, confía en él, y él actuará… El Señor te tiene de la mano…”
Y termina tu oración, con en el corazón lleno de paz, escuchando a Jesús cómo te explica que el reino de Dios se parece a aquella semilla que va germinando y creciendo sola, sin saber cómo, hasta dar su fruto…, aunque sea como el grano de mostaza: la más pequeña de las semillas… Y descansa en El.
Javier Goñi
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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