Evangelio según San Marcos 6,45-52
Después que los cinco mil hombres se saciaron, en seguida, Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo precedieran en la otra orilla, hacia Betsaida, mientras él despedía a la multitud.Una vez que los despidió, se retiró a la montaña para orar.Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar y él permanecía solo en tierra.Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de largo.Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar,porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados. Pero él les habló enseguida y les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman".Luego subió a la barca con ellos y el viento se calmó. Así llegaron al colmo de su estupor,porque no habían comprendido el milagro de los panes y su mente estaba enceguecida.
Queridos amigos:
En el final de esta primera semana completa de este nuevo año, terminando este periodo litúrgico de la Navidad, intentamos descubrir nuevas luces desde la Palabra de Dios para vivir este tiempo que se nos regala.
Dicen que a medida que avanza la humanidad, somos como enanos a los hombros de un gigante. Ciertamente somos pequeños, porque en la inmensidad de la historia vivimos pocos años y nuestra perspectiva no puede ser completa. Pero a la vez, asumimos todo el bagaje de experiencia y conocimientos de la historia humana que, entre luces y sobras, nos abre a un horizonte mucho más amplio. Quizá nuestra época, más que ninguna, abunda en conocimientos y datos, hasta tal punto que podemos sentirnos “infoxicados” o intoxicados de tanta información. Uno de nuestros retos consiste en descubrir qué tiene valor frente a lo que no lo tiene o es secundario. De ahí el reto de CONOCER. Desde la fe cristiana, hay un conocimiento básico, fundamental, en el que apoyar la vida y desde el que desplegar la existencia. Como la roca firme sobre la que edificar la casa. Así nos lo dice la Palabra de hoy: “nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él”. Para mover el mundo sólo hace falta un punto fijo en el que apoyarse. Desde la fe, nuestro apoyo para mover la vida y cuidar el mundo que se nos ha entregado es el Dios-amor, que hemos conocido por medio de Jesucristo en el Espíritu.
Y quien llega a ese conocimiento, que es gracia a la vez que supone asentir a él, puede llegar a CONFIAR. “No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto expulsa el temor”. Qué distinto caminar por la vida dando tumbos, pendiente de qué dirán otros de mí, derrumbándome por las circunstancias… que vivir con una confianza básica que me permite mantenerme en pie incluso cuando el viento es contrario o en medio de las tempestades… No por méritos propios, sino porque conocemos que, en toda circunstancia, Cristo está con nosotros. «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo».
Que en este nuevo año no nos falten ni el conocer ni el confiar.
Nuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez CMF
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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