“Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con él.”
No habéis visto a Dios; no habéis reconocido al Señor; no habéis reconocido que era él, el Primogénito de Dios, aquel que ha sido engendrado antes que la aurora (Sal 109,3) aquel que hace surgir la luz, que ha hecho brillar el día separándolo de las tinieblas, aquel que fijó los fundamentos de la tierra, separando las aguas, desplegando el firmamento..., aquel que creó a los ángeles en el cielo y, fijando sus moradas, aquel que ha modelado al hombre sobre la tierra. El escogió a Israel, lo condujo de Adán a Noé, de Noé a Abrahán, de Abrahán a Isaac y Jacob y a los doce patriarcas. Él condujo a vuestros padres a Egipto, cuidando de ellos, protegiéndolos y alimentándolos. El los iluminó por una columna de fuego y una nube espesa, que partió el mar rojo y los hizo pasar a pie enjuto. El los alimentó con el maná del cielo, les dio a beber agua de la roca, les dio la Ley y la tierra prometida, les envió a los profetas y les dio reyes. El es el que ha venido hasta vosotros, curando a los que sufren, resucitando a los muertos... Es él que vosotros queréis matar, a quien entregáis por un precio de monedas...
¿Habéis reconocido los beneficios que él os ha mostrado?... Reconoced ahora que ha restablecido la mano atrofiada. Reconoced a los ciegos de nacimiento que han sido iluminados por su palabra. Reconoced a los muertos que él ha hecho levantar de la tumba después de tres o cuatro días. Sus dones para con vosotros no tienen ponderación. Y vosotros..., le habéis pagado con males los bienes, con aflicción la alegría y con muerte la vida que él os trae.
Melitón de Sardes (¿- c. 195)
obispo
Homilía sobre la Pascua, 82-90
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