martes, 5 de enero de 2021

¿PUEDEN LOS DEMONIOS PROVOCAR CATÁSTROFES Y ACCIDENTES?













Existen temas que son recurrentes en los ministerios, en los momentos dedicados a las enseñanzas e instrucciones en los grupos de oración. Este tiempo de pandemia, los graves acontecimientos que estamos viendo -deslizamiento de tierras, lluvias torrenciales, un número creciente de huracanes cada vez con mayor potencia destructora- o, las realidades que suceden a nuestro alrededor en el cotidiano vivir y que, en algunas oportunidades no tienen una explicación clara, a nuestro entender lógica llevan a la pregunta: ¿pueden los demonios provocar catástrofes y accidentes?

Muchas veces la pregunta surge a partir de experiencias personales y de una mentalidad distorsionada de quién es Nuestro Dios y Señor. 

El pecado, una vida alejada de la gracia, un continuo vivir marcado por no solo ausencia, sino prescindencia del Dios de la Vida lleva a que, cualquier tipo de acontecimiento aparentemente “extraordinario”, sea asociado a una respuesta de Dios para con nosotros, una especie de castigo divino.

Una fe infantil, adolescente, no crecida puede llevar a condicionar nuestra percepción sobre la acción de Dios y de cierta manera, verla como una respuesta a la acción del hombre. Es como si Dios actuase con la mente y el razonamiento humano y la Palabra claramente dice: “mis pensamientos no son sus pensamientos”. 

Es necesario decir que muchas veces Dios permite el dolor y las consecuencias de nuestros errores, como una manera, como una forma pedagógica que nos educa y nos moviliza porque, Su deseo, es hacernos volver a Él. El padre Fabio de Melo en estos días expresaba: “Dios sabe lo que queremos, Dios sabe lo que necesitamos. De vez en cuando las dos cosas coinciden”; No todo acontece según lo que esperamos, del modo que lo esperamos y cuando lo esperamos. Es la Palabra la que nos trae quietud, paz y confianza: “todo obra para el bien de los que aman a Dios”.

Entonces, ¿nada tienen que ver los demonios en ciertos acontecimientos? ¿Podrían ellos intervenir directamente en accidentes o catástrofes? Al respecto es el padre José Fortea, exorcista, quien mejor puede aclararnos esta realidad. 

“Si los demonios tuvieran las manos libres para provocarlos, el mundo entero, de un extremo al otro, caería en un desorden irreparable. Los casos de poltergeist son una prueba de que un demonio puede suspender algo en el aire o mover un objeto. Si el demonio pudiera mover un tornillo de su lugar, aviones, automóviles, tanques de combustible o armas sufrirían accidentes continuos. El simple hecho de mover un cable podría provocar un cortocircuito o un incendio. El demonio mueve cosas en los fenómenos poltergeist, pero pronto se ve que no puede mover un cable o tornillo. No puede provocar accidentes voluntarios. ¿Por qué? ¡Porque Dios lo previene!

Lo mismo ocurre con las tormentas, huracanes, terremotos y otros desastres naturales. Se debe afirmar categóricamente que los desastres y accidentes que ocurren en la naturaleza son causados por causas naturales. Sin embargo, esto no significa que, nunca, de manera extraordinaria, excepcionalmente, el diablo no pueda causar este tipo de cosas, si Dios lo permite. La Biblia nos enseña, en Apocalipsis, que al final de los tiempos Dios permitirá una manifestación más libre de poderes demoníacos. Y entonces, en Apocalipsis 13, 13-14 hablamos de estos prodigios. Sin embargo, no debemos pensar que los accidentes o desastres son provocados por una acción demoníaca, a menos que haya algo objetivo que nos haga pensar en ello.

Por ejemplo, en un momento comencé a orar por una dama que sufría de influencia demoníaca. Unos minutos después empezó a llover, luego cayó granizo y la tormenta se hizo cada vez más intensa. Finalmente, un viento de tormenta típico comenzó a soplar contra el templo. El viento era tan intenso que tuve que detener la oración; el estrépito no solo impedía escuchar las oraciones, sino que incluso para hablar era casi necesario gritar. Todo empezó a crujir; todo el templo crujió como un barco de madera en el océano. De repente, el techo de la iglesia cedió y se abrió por un extremo. Comenzamos a rezar para que no se levantara todo el techo. Aquella escena con el viento agitando furiosamente las toallas de la parte superior - que volaron - los ladrillos cayendo sobre el presbiterio en la parte más alta del techo de la iglesia, y los truenos atronadores sin fin, formaron una escena aterradora e inolvidable.

Bueno, aquí tenemos un episodio en el que es razonable pensar que hubo una relación entre la oración por esa persona y lo que sucedió después. Como curiosidad, hay que decir que el departamento de meteorología más cercano no detectó ningún viento anormal, por lo que, en un principio, la aseguradora se negó a pagar las pérdidas”.

Experiencias “particulares”, claramente “atípicas”, -aunque mucho menos llamativa que la expresada por Fortea- hemos experimentado en algunos ministerios, pero siempre, absolutamente siempre, debe primar la recomendación de Pablo: “¡disciernan todo!”

Los tiempos presentes reclaman de nosotros, hombres y mujeres del Camino, creciente oración y ayuno porque los signos de los tiempos solo se revelan cuando las escamas se caen de nuestros ojos, cuando se abren nuestros oídos, cuando la luz de la Sabiduría Divina es más fuerte que las oscuridades de nuestro juicio y cuando nuestro espíritu se hace permeable a la gracia.

¡Dios te bendiga!

Miguel Angel Yunges
Comunidad Piedras Vivas

1 comentario:

  1. Yo si creo que puedan causar accidentes individuales dependiendo del nivel energético de la persona afectada, no puede causar accidentes continuos porque son diversas las vidas que van en un avión y el no puede tener acción homogenea sobre todas las vidas. Si pueden lanzar cosas también pueden empujar a una persona ¿no?

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