El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero. (1 Juan 4, 10)
El significado exacto de la palabra “amor” está sujeto a un gran número de interpretaciones. Pero, San Juan es específico en que el amor viene de Dios y es visible por cuanto Dios envió a su Hijo para perdonar nuestros pecados y ofrecernos una relación personal con él. Medita en esto por un momento. El amor de Dios, que viene primero, tiene un alto costo para sí mismo pero es gratuito para nosotros.
Primero. El amor de Dios siempre viene primero. Incluso antes de que tú te des cuenta de que estás recibiendo su amor o que puedas corresponderle, él ya está derramando su amor sobre ti. Antes de que tú tuvieras la idea de seguirlo, él te amó y envió a su Hijo para salvarte. Antes de tu Bautismo, tu Confirmación o cualquier otra decisión consciente de amarlo y servirlo, Dios te abrió el camino para que tú lo hicieras. Aun cuando nunca lo hubieras aceptado, Dios te seguiría ofreciendo su amor plena e incondicionalmente.
Costoso. El amor no se limita a un sentimiento o a los buenos deseos hacia los otros, aunque nos hayan lastimado o decepcionado. El amor, como Dios mismo nos lo ha mostrado, es darle al otro algo que es precioso para ti. A veces eso puede ser tu tiempo, como cuando dejas a un lado el libro que estás leyendo para ayudar a tu esposo o esposa a buscar las llaves del auto. Otras veces es concederle a alguien tu perdón o tu paciencia, o escuchar a otro. Pueden ser muchas cosas, pero principalmente, el amor es entregar o sacrificar tus deseos y preferencias para animar a otra persona.
Libremente. El amor es dar sin esperar o exigir nada a cambio. Es dar lo que tienes para que alguien más lo tenga también. El consuelo de tu presencia en medio del dolor, una palabra de ánimo a un amigo que esté abatido, u ofrecer algo de dinero a un indigente. Es un don gratuito, un don que te produce tanta alegría a ti que lo das como a la persona que lo recibe. Si es algo valioso para ti, y lo entregas gratuitamente a otro, eso es amor.
¿No fue eso lo que hizo Dios cuando envió a su Hijo a habitar entre nosotros?
“Padre celestial, te ruego que me ayudes a amar a los demás como tú me has amado a mí.”
Salmo 72 (71), 1-4. 7-8
Marcos 6, 34-44
fuente: La Palabra con nosotros
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