El catorce de abril me sentía tan mal que me levanté con esfuerzo para ir a la Santa Misa. Me sentía más enferma que cuando me habían enviado a la curación. tenía un fuerte estertor y una respiración ronca en los pulmones y unos dolores extraños. Al recibir la Santa Comunión, yo misma no sabia por qué, o mejor dicho, qué cosa me empujaba a esta oración y comencé a rezar de este modo:
Jesús, que Tu Sangre pura y sana circule en mi organismo enfermo, y que Tu Cuerpo puro y sano transforme mi cuerpo enfermo, y que una vida sana y fuerte palpite en mi, si es Tu santa voluntad que yo me ponga a esta obra, y esto será para mi la señal evidente de Tu santa voluntad.
Mientras así rezaba, súbitamente sentí como una sacudida en todo el organismo y de repente me sentí completamente sana. tenía la respiración limpia como si nunca hubiera estado enferma de los pulmones ni sentía dolores y para mi era la señal de que debía ponerme a la obra.
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