“Santo no es el que nunca se cae. Es aquel que se levanta después de caer” (Santa Teresa de Jesús). ¿Caídas? El Señor Jesús también cayó ... cayó en el camino insidioso del Calvario. ¡Tres veces! Se cayó por amor y no desistió de levantarse, porque pensó en ti.
El único objetivo de la salvación era: ¡vos! No sucumbió por haber cometido un error o cometido un delito. Cayó por las caídas de aquellos que lo hicieron caer.
Escribió Fernando Sabino: “Hagamos de la interrupción un nuevo camino. ¡De la caída, un paso de baile, del miedo una escalera, del sueño un puente, de la búsqueda un encuentro!”
“Todos tuvimos caídas, errores en la vida, pero si te equivocaste, levántate rápido y sigue caminando”, dijo el Papa Francisco. “Es cierto que existe el peligro de equivocarse en el camino, porque quien camina puede equivocarse de camino, pero cuando alguien se equivoca puede regresar. Y vuelve porque existe la misericordia de Jesús”.
Y el Santo Padre prosigue: “Cada uno conoce su propia historia. Todos conocemos la nuestra”. Viene al recuerdo una conocida canción italiana, que dice: “'El arte de salir no es el arte de no caer, sino de no quedarse en el suelo'. Entonces, "canta y camina", y si estás cansado, ¡levántate! Existe la caricia de la misericordia de Jesús que todo lo perdona y esa es la alegría, la alegría del encuentro con Jesús”. Gran lección de la caída: ¡levantarse volviendo a los brazos del Maestro!
El Papa Benedicto XVI nos había enseñado: “Una vida santa no es principalmente el resultado de nuestro esfuerzo, de nuestras acciones, porque es Dios, el tres veces Santo, quien nos hace santos, es la acción del Espíritu Santo que nos anima en el interior, es la misma vida de Cristo Resucitado que se nos comunica y que nos transforma”.
Oración
Hoy vuelvo, Jesús, a tus brazos de misericordia. De mi, Señor, nunca te has olvidado. De mi, Señor, nunca te has cansado.
Tú, Señor, siempre me has esperado. Reúno, Jesús, todas mis fuerzas, todas las pequeñas cosas de mi vida, junto con lo que todavía hay de bueno en mí y vuelvo confiado a la fuerza de tus brazos y a tu abrazo que es fuerte. Si me equivoqué o si erré de camino, ¡perdóname!
Tengo nostalgia de Ti, Dios mío y te digo: ¡Gracias! porque de mi, Tú nunca has dejado de tener nostalgia.
Amén.
p. Marlon Mucio
Libro: “40 Días transformando maldiciones en bendiciones”
Parcería Editora Canção Nova y Editora “Misión sed santos”
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