XIX Domingo del Tiempo Ordinario
Jesús sube a una colina para reposar un rato y orar, pero un gran gentío le pide atención. Mientras ora, ve que va a haber tormenta sobre el lago y recuerda que sus amigos van cruzando el lago en una barca, por lo que decide ir a verlos. Pero cuando se aproxima caminando sobre las olas, ellos se llenan de miedo.
Luego, Pedro también quiere caminar sobre el agua y el Señor lo llama, pero al fijarse en la fuerza del viento y en la violencia de las olas, comienza a hundirse. Jesús lo toma de la mano, lo levanta y luego calma la tempestad.
Cuando leemos detenidamente este pasaje, vemos que el Señor utilizó esta oportunidad para fortalecer la fe y la confianza de ellos. Y lo mismo hace en nuestra propia vida y la de la Iglesia. Claro que a veces hay casos que pueden hacernos dudar de la fidelidad del Señor.
Por ejemplo, el tener que bregar con una enfermedad grave, la muerte reciente de un ser querido, un fracaso matrimonial, dificultades financieras o muchas otras pruebas para nuestra fe. La Iglesia lucha hoy contra los enconados ataques del mundo contra la fe, el matrimonio y la familia y a veces nos preguntamos: ¿Dónde está el Señor en todo esto?
Todos en la Iglesia somos los discípulos que vamos en la barca navegando en medio de la tempestad hacia la vida eterna con Dios, y el Padre permite que tropecemos con situaciones que en realidad son oportunidades para aprender a vivir más por fe, porque en las pruebas es donde recibimos su amor con mayor intensidad.
El amor de Dios no cambia, y su anhelo de que seamos sus hijos amados está siempre vigente. El Señor nos ha dado su Espíritu Santo para que veamos cualquier situación que se nos presente con los ojos de la fe y tengamos así una perspectiva eterna. De esta manera, tendremos paz verdadera, aunque la tormenta sea violenta.
“Señor Jesús, tú sabes las tribulaciones por las que estoy pasando. Ayúdame a aquietar el corazón para que en medio del tumulto, sepa escuchar tu voz que me dice: “¡Ánimo! ¡Soy yo! ¡No temas!”1 Reyes 19, 9. 11-13
Salmo 85(84), 9-14
Romanos 9, 1-5
fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros
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