Mateo 15, 21-28
Mujer… Que se cumpla lo que deseas. (Mateo 15, 28)
Durante toda su historia, Israel consideró que los cananeos eran gente pagana, supersticiosa e idólatra, y suponía por tanto que los buenos judíos no debían juntarse ni tener contacto alguno con ellos (Deuteronomio 7, 1-5). Pero a pesar de todo, una cananea buscó a Jesús para pedirle que sanara a su hija.
El relato se refiere a una curación, pero lo que impacta en este encuentro es la fe de la mujer. Por esa fe, Jesús quiso concederle lo pedido, a pesar de su condición de cananea. La misión de Jesús se dirigía a “las ovejas descarriadas de la casa de Israel” (Mateo 15, 24), pero él también vino a traer la redención a los extranjeros, los no judíos. Dios recibe a todos los que buscan el camino de la justicia y la rectitud: “A los extranjeros que se han adherido al Señor para servirlo, amarlo y darle culto… los conduciré a mi monte santo y los llenaré de alegría en mi casa de oración” (Isaías 56, 6-7).
Jesús tenía todas las razones imaginables para desestimar la petición de esta extranjera, pero reconoció y aceptó la tenacidad de la mujer, la cual, por su fe, recibió la salvación.
Dios sigue recibiendo a los que se entregan a él con fe, sin importar cuáles sean las circunstancias pasadas o actuales. De modo que cuando compartimos la fe con los demás, tenemos que estar conscientes de los pensamientos prejuiciosos que puedan asaltarnos respecto a los que “nosotros” consideramos indignos.
Los drogadictos y los alcohólicos, los jugadores empedernidos, los que cometen aborto y aberraciones sexuales, los indolentes con los pobres y desvalidos, como también los que guardan odios y rencores por largo tiempo, todos ellos tienen la posibilidad de recibir la vida nueva en Cristo por medio de la fe y la conversión.
“Dios ha permitido que todos cayéramos en la rebeldía, para manifestarnos a todos su misericordia” (Romanos 11, 32). Hay que mirarlos con los ojos del Cristo sufriente. Cuando se acercan a él sólo con una semilla de fe, sean quienes sean o lo que sean, todos sabrán que Cristo recibe con agrado a cuantos buscan la vida en él.
“Amado Jesús, lléname de tu gracia, te lo ruego, para que yo esté dispuesto a servir y ayudar a mis semejantes con amor y generosidad, y aceptar a todos sin discriminación ni prejuicios.”Números 13, 1-2. 25—14, 1. 26-29. 34-35
Salmo 106(105), 6-7. 13-14. 21-23
fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros
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