Esa actitud de amoroso descanso en la presencia de quien sabemos nos ama es el corazón de todo género de oración; y cuanto más nos acercamos a esa actitud interna, más oración es nuestra oración. Ya al preparar la materia de la primera oración programada, se nos decía con una hermosa comparación que había que hacer como un caminante, que al salir de viaje lleva consigo provisiones para el camino, pero que, si alguien le ofrece mesa y comida, la acepta y guarda sus provisiones para otro día en que no tenga nada.
Vallés, Carlos G., Cuéntame cómo rezas, Ed. San Pablo, Bogota, 1998, p. 56.
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