Pero el alma piadosa que tiene siempre presente a Dios, no cae en el olvido después de liberarse de las tentaciones (de olvidar y alejarse de Dios).
Dt 6, 12-13
cuida de no olvidarte de Yahveh que te sacó del país de Egipto, de la casa de servidumbre.A Yahveh tu Dios temerás, a él le servirás, por su nombre jurarás.
Dt 32, 15
Come Jacob, se sacia, engorda Yesurún, respinga, - te has puesto grueso, rollizo, turgente -, rechaza a Dios, su Hacedor, desprecia a la Roca, su salvación.
Por lo tanto, no hay por qué maravillarse de que los santos, en el punto culminante de la tribulación, se hayan demostrado piadosos y filósofos, sino de que pasada la borrasca y llegando la bonanza hayan permanecido moderados y diligentes.
Juan Crisóstomo, La Verdadera Conversión, Ed. Ciudad Nueva, Madrid, 1997, p. 162.
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