Maria, modelo de la Iglesia servidora
Que una Iglesia servidora de los hombres sea el alma de un mejor país.
María nos quiere recordar que el amor es el sentimiento más profundo y significativo y que él se expresa en el servicio. Así, nos muestra con su ejemplo, que la Iglesia es y quiere ser la servidora de los hombres.
Es fácil hablar de amor y caridad pero vivirlos es mucho más dificil porque significa servir y servir exige renunciar a sí mismo. Si no fuese así, estaríamos en el paraíso, ya que todos los hombres y todos los cristianos concuerdan en cantar las bellezas del amor. Mientras tanto, aún hay guerras, injusticias sociales, persecuciones políticas en el mundo. Esto pasa porque amar y servir cuesta. El pecado original nos inclina a buscar siempre el propio interes, a querer dominar y estar en el centro.
¿Qué es servir? Jesús mismo lo explica: servir es dar la vida por los otros, es entregarse a los demás. Servir es darse a sí mismo entregando al otro nuestra preocupación, nuestro tiempo y nuestro amor.
Sirve la mujer que plancha hasta tarde la camisa que su esposo necesita, o quien pasa la noche junto a su hijo enfermo. Sirve quien apaga la televisión durante la novela para recibir al vecino y escuchar sus problemas. Sirve quien renuncia a unas horas de descanso para pasear con sus hijos o para participar de una reunión de trabajo.
La Iglesia servidora, la Iglesia del Concilio se proclamó servidora del mundo y de los hombres. Por eso escogió a María como modelo de esta actitud.
Nosotros, muchas veces, creemos que estamos sirviendo a Dios porque hacemos una oración o cumplimos una promesa. Miremos a María, ella nos entrega toda su vida para cumplir la tarea que el Señor le encomendó por el angel. María sabe, a través del angel, que su Hijo será el Rey del universo, y de Isabel solo su precursor. Pero ella es quien corre hasta donde vive su prima, ella no busca pretextos por estar embarazada y asi evitarse un viaje tan largo.
Cuando el ángel le anuncia que será la Madre de Dios, María comprende que esta vocación le exige convertirse en la primera servidora de Dios y de los hombres.
Sacrificio y servicio. Para poder construir un mundo nuevo, deseado por todos, es necesario mucho espíritu de Cristo y de María. Debe ser un servicio que busca realmente nuestra entrega a los demás, y no solo poder personal ni dominio absoluto de nuestra empresa o partido.
No queremos substituir una clase dominante por otra, que trae nuevas formas de opresión. Sin este espíritu, ni la Iglesia, ni el país serán renovados, a pesar de que disminuyan las diferencias sociales. Una justicia que no va acompañada de amor servicial es inhumana, es una justicia sin alma.
Pidámosle a Ella que nos ayude a construir una Iglesia conforme a su imagen, una Iglesia servidora de hombres, que sea realmente la alma de un mejor país.
Padre Nicolás Schwizer
No hay comentarios:
Publicar un comentario