Libérame, Señor, de toda tristeza congénita.
Sopla sobre mí Tu Santo Espíritu que es capaz de sanar,
transformar y sacar de mi toda marca de tristeza
que quedó enraizada en mi.
Pasa Señor por mi historia y por la vida de mis antepasados.
Rompe con toda carga hereditaria de tristeza,
angustia, depresión y melancolía traída de mis padres,
abuelos, bisabuelos, tatarabuelos y
todas las personas que hacen parte de mi árbol genealógico.
Sana, Señor, todo resultado de palabras pesadas, maldiciones, traiciones,
muertes que cayeron sobre mi.
Asumo que soy un bienaventurado!
Asumiendo toda la fuerza de esa palabra, Señor,
puedo proclamar: Soy un bienaventurado, no por merecimiento,
sino por gracia, el Señor me hace un bienaventurado!
Bautízame en tu Espíritu Santo y hazme nacer de nuevo.
Que Tu Santo Espíritu penetre hondo, tocando, curando,
llenando, suavizando y trayendo todo el bien, amor, paz, alegría,
entusiasmo, gracia y bendición de esta vida nueva.
Gracias Señor por ese maravilloso bautismo en el Espíritu Santo!
Mons. Jonas Abib
Fundador Comunidad Canción Nueva
fuente: www.cancaonova.com
adaptación del original en português.
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