Nuestra consciencia es la voz del Espíritu Santo
Nuestra consciencia no es un monstruo, porque es por medio de ella que Dios nos habla con amor. Puede ser que, en un caso especial, de gran necesidad, el Señor nos hable al oído, pero eso no es lo común. Lo normal es que Él hable en el fondo de nuestra consciencia para mostrarnos todas las cosas. Por eso, necesitamos ser asiduos en la oración. No podemos tener miedo de hablar con Dios sobre nuestra vida.
Habla con el Señor sobre tu hijo, sobre tu marido y tu esposa. Habla con Él sobre tu empleo y tu grupo de oración. Pídale a él que hable en tu interior; después, permanece en silencio.
Al comienzo, te darás cuenta que “no logras escuchar”, pero después, con la práctica, irás aprendiendo a escuchar con la oración. Al principio, puede parecer que el Señor no te habla nada, no responde nada. Pero cuanto más les preguntas algo y el escucha, más te enseñará la verdadera sabiduría: que hacer en cada momento, delante de cada cosa. A menudo, el Señor habla, habla, habla, pero fingimos que no lo escuchamos.
Cuando rezamos y pedimos a Dios una orientación, Él nos guía también por los acontecimientos y por las personas que ponen en nuestra vida. Presta atención a eso, porque el Señor actúa por las causas secundarias, dicen los teólogos, es decir, Él actuá por medio de sus criaturas. Dios también nos habla por medio de las enseñanzas de la Iglesia.
En la Última Cena, Jesús dice a los apóstoles que el Espíritu Santo nos guiará a “toda la verdad” (cf. Jo 14,15.25; 16,12-13).
Dios no habla a nuestro corazón algo diferente o contrario a lo que ya enseñó al Magisterio Sagrado de la Iglesia. Así que tenemos un discernimiento correcto de las cosas que hacer. Nuestra consciencia es la voz del Espíritu, es la voz de Él es sutil, pero penetrante y regeneradora. En general, seguimos la voz de nuestras pasiones y sentimiento para las cosas buenas y para las cosas malas.
Cuando nosotros, en la humildad y en la oración, aprendemos a escuchar la Palabra de Dios, la voz del Espíritu Santo dentro de nosotros, y no la voz de nuestras emociones, de nuestro entusiasmo, comienzan a conformarse con el proyecto de Dios.
Tengamos la seguridad de que el Señor podría haber hecho mucho más, si en lugar de andar buscando nuestros proyectos, guiados por nuestros entusiasmos, tuviéramos la paciencia y humildad para escuchar la voz de Él en nuestra consciencia.
Si le pedimos, Dios nos dará sabiduría. Santiago dice: “Si alguno de ustedes ve que le falta sabiduría, que se la pida a Dios, pues la da con agrado a todos sin hacerse de rogar. El se la dará. Pero hay que pedir con fe, sin vacilar, porque el que vacila se parece a las olas del mar que están a merced del viento” (Sant 1, 5-6).
Nuestra humanidad, nuestra sociedad, hace mucho tiempo que no pregunta a Dios lo que debe hacer. Incluso nosotros, en la Iglesia, fuimos siguiendo nuestros proyectos, haciendo las cosas de acuerdo con nuestra propia cabeza. Lo importante es adquirir la práctica de escuchar al Señor con el corazón. Escuchar y acoger en el corazón, lo que nos inspira.
Monseñor Jonas Abib
Articulo compilado del libro “La sabiduría esta en el Aire
Articulo compilado del libro “La sabiduría esta en el Aire
FUENTE PORTAL CANCIÓN NUEVA EN ESPAÑOL
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