viernes, 31 de enero de 2014
¿Sabes qué significa iniquidad?
Estoy aprendiendo que iniquidad es
"tornar normal lo que es pecado,
no sentir culpa por el pecado cometido"
De tanto cometer el mismo pecado,
uno no se arrepiente, pues cree que la actitud
es absolutamente normal.
Comencé entonces a reflexionar sobre el modo como mi corazón también puede endurecerse.
Puse toda mi atención en aquello que es capaz de mantener el corazón disponible para Dios, para Su presencia.
Recé, revisé mi vida y me confese con un sacerdote.
Fue la inspiración que seguí.
¿Cuál es tu inspiración hoy?
Tu hermano,
Ricardo Sá.
Comunicar lo bueno
Desde mi papel como presbítero de la Iglesia Católica, desde mi deseo evangelizador de llenar de sentido la vida humana, me he preguntado por qué lo malo tiene tantos seguidores emocionados; pero lo bueno parece obsoleto, aburrido y soso.
¿Cómo funciona la industria de Hollywood para tener tantos adeptos y tantos consumidores?
¿Qué hacen algunos publicistas para volver locos a los jóvenes con sus productos y lograr que quieran “consumirlos” con unas ganas brutalmente intensas?
¿Qué intentan los docentes que no logran que sus muchachos se emocionen aprendiendo la lección?
¿Qué hacen los presbíteros y catequistas para que los niños se aburran y logren –hasta- odiar sus misas y sus lecciones de catequesis? Seguro hay diferencias entre lo que hacen.
Con resultados tan dispares y contrarios, seguro que sus dinámicas de trabajo no son las mismas.
No es sensato descalificar la manera de Hollywood y de los publicistas per se.
Hacerlo es usar el mecanismo de defensa de la racionalización y gritar como la zorra que las uvas están verdes. Calificarlos de superficiales y de manipuladores es una manera de desconocer que el mundo cambió y que no se es más, ni está más, aquel en el que fueron criados nuestros profesores y evangelizadores.
La primera reflexión que podemos hacer es tratar de comprender qué mueve a los seres a actuar.
Hoy se tiene claro que no son las ideas: como bien nos han enseñado la: “La Neurobiología también apoya esta idea. ‘Nadie’ se mueve por las ideas, a lo sumo hay personas que se mueven por la pasión por unas ideas.
‘Todos’ nos movemos por emociones. Las personas que parecen moverse por grandes ideas lo hacen en realidad porque han desarrollado sinapsis entre estas ideas (corteza cognitiva) y el límbico emocional. La propia etimología de la palabra emoción (e-movere) remite a esta capacidad movilizadora. La misma pregunta es un ruego (inter – “rogación”) y este ruego es la demanda que representa el deseo emocional”[1].
Allí puede estar ya una primera gran diferencia entre la dinámica de la publicidad, de la televisión y la que usan hoy la educación y aún la evangelización: Unas apunta al mundo de las ideas únicamente, a la información que se ha de tener y el otro apunta a la integración emoción-pesamiento: “Esto se debe a que la publicidad apunta a las emociones y es generadora de deseos.
La comunicación persuasiva seductora le apunta al Límbico.
La televisión aprovecha que la imagen no debe pagar peaje intelectual (pensar, razonar, etc.) para causar emociones. La Educación, por el contrario genera una comunicación profunda pero insípida debido a su “analfabetismo emocional”
Por esto sus productos indispensables suelen ser considerados prescindibles por sus receptores”[2]. Sin pasión nadie va a aprender verdaderamente, nada que el sistema límbico considere poco importante para la supervivencia va a ser significativo, ni será aprendido.
Entre conseguir pareja y aprender una ecuación matemática,
esté seguro que el sistema límbico va a saber que escoger.
¿Cómo pretender que el discurso evangelizador/educativo
sea importante para los jóvenes de hoy si no toca para nada su mundo emocional?
¿Cómo lograr que nuestro ejercicio evangelizador/educativo
logre pasar el filtro del sistema límbico?
Una segunda reflexión sería comprender que de alguna manera la publicidad y los medios masivos están entendiendo mejor al receptor, y están co-produciendo con él una relación más íntima, intensa y productiva que los lleva a ser muy tenidos en cuenta por este.
Si la publicidad entiende al receptor mucho mejor que la educación es porque entiende mucho mejor al mundo emocional en el que el receptor vive como pez en el agua[3]. Sin entender el mundo emocional del “receptor” terminamos comunicándonos con quien no existe y comunicando lo que no les interesa.
Hay que esforzarse a conocer el mundo emocional de aquel con el que estamos trabando una relación que queremos sea significativa para él.
Sin ese mundo emocional no hay ninguna posibilidad de comunicar algo realmente significativo,
seguro de que su límbico considerará spam todo lo que intentamos comunicar. GC
Publicado por Padre Alberto José Linero Gómez
¿Cómo funciona la industria de Hollywood para tener tantos adeptos y tantos consumidores?
¿Qué hacen algunos publicistas para volver locos a los jóvenes con sus productos y lograr que quieran “consumirlos” con unas ganas brutalmente intensas?
¿Qué intentan los docentes que no logran que sus muchachos se emocionen aprendiendo la lección?
¿Qué hacen los presbíteros y catequistas para que los niños se aburran y logren –hasta- odiar sus misas y sus lecciones de catequesis? Seguro hay diferencias entre lo que hacen.
Con resultados tan dispares y contrarios, seguro que sus dinámicas de trabajo no son las mismas.
No es sensato descalificar la manera de Hollywood y de los publicistas per se.
Hacerlo es usar el mecanismo de defensa de la racionalización y gritar como la zorra que las uvas están verdes. Calificarlos de superficiales y de manipuladores es una manera de desconocer que el mundo cambió y que no se es más, ni está más, aquel en el que fueron criados nuestros profesores y evangelizadores.
La primera reflexión que podemos hacer es tratar de comprender qué mueve a los seres a actuar.
Hoy se tiene claro que no son las ideas: como bien nos han enseñado la: “La Neurobiología también apoya esta idea. ‘Nadie’ se mueve por las ideas, a lo sumo hay personas que se mueven por la pasión por unas ideas.
‘Todos’ nos movemos por emociones. Las personas que parecen moverse por grandes ideas lo hacen en realidad porque han desarrollado sinapsis entre estas ideas (corteza cognitiva) y el límbico emocional. La propia etimología de la palabra emoción (e-movere) remite a esta capacidad movilizadora. La misma pregunta es un ruego (inter – “rogación”) y este ruego es la demanda que representa el deseo emocional”[1].
Allí puede estar ya una primera gran diferencia entre la dinámica de la publicidad, de la televisión y la que usan hoy la educación y aún la evangelización: Unas apunta al mundo de las ideas únicamente, a la información que se ha de tener y el otro apunta a la integración emoción-pesamiento: “Esto se debe a que la publicidad apunta a las emociones y es generadora de deseos.
La comunicación persuasiva seductora le apunta al Límbico.
La televisión aprovecha que la imagen no debe pagar peaje intelectual (pensar, razonar, etc.) para causar emociones. La Educación, por el contrario genera una comunicación profunda pero insípida debido a su “analfabetismo emocional”
Por esto sus productos indispensables suelen ser considerados prescindibles por sus receptores”[2]. Sin pasión nadie va a aprender verdaderamente, nada que el sistema límbico considere poco importante para la supervivencia va a ser significativo, ni será aprendido.
Entre conseguir pareja y aprender una ecuación matemática,
esté seguro que el sistema límbico va a saber que escoger.
¿Cómo pretender que el discurso evangelizador/educativo
sea importante para los jóvenes de hoy si no toca para nada su mundo emocional?
¿Cómo lograr que nuestro ejercicio evangelizador/educativo
logre pasar el filtro del sistema límbico?
Una segunda reflexión sería comprender que de alguna manera la publicidad y los medios masivos están entendiendo mejor al receptor, y están co-produciendo con él una relación más íntima, intensa y productiva que los lleva a ser muy tenidos en cuenta por este.
Si la publicidad entiende al receptor mucho mejor que la educación es porque entiende mucho mejor al mundo emocional en el que el receptor vive como pez en el agua[3]. Sin entender el mundo emocional del “receptor” terminamos comunicándonos con quien no existe y comunicando lo que no les interesa.
Hay que esforzarse a conocer el mundo emocional de aquel con el que estamos trabando una relación que queremos sea significativa para él.
Sin ese mundo emocional no hay ninguna posibilidad de comunicar algo realmente significativo,
seguro de que su límbico considerará spam todo lo que intentamos comunicar. GC
Publicado por Padre Alberto José Linero Gómez
jueves, 30 de enero de 2014
La estrategia del amor
Actitud y sacrificio
Yo estudio las relaciones humanas hace muchos años, y observo el comportamiento de las personas, la manera en que nos apegamos a los defectos de los demás. Pero, hoy, de modo especial, Dios nos quiere enseñar que los defectos no están en el otro, sino en nosotros. Tú no le puedes obligar a nadie a que guste de ti. Si, por ejemplo, yo quisiera ganar clientes, necesitaré agradarles; no sirve que los trate mal. Si tengo una tienda de ropa y trato mal al cliente, esa persona se va a la próxima tienda y el que pierde soy yo. ¿Estás entendiendo? El que sale perdiendo eres tú.
Tantos matrimonios se han separado, porque se han prendido del defecto de la otra persona. La estrategia para cambiar la relación es cambiar la pedagogía, cambiar en primer lugar nuestra persona. El gran secreto es comprender al otro, así vamos a tener muchos más motivos para perdonarlo. Porque cuando conoces la historia del otro, vas a ver a esa persona de otra manera. ¿Conoces la historia de tu marido? ¿De tu esposa?
Cuando conoces la historia del otro, tienes la postura de transformar tus propias actitudes. Vas a darte cuenta que Dios no creó a esa persona de esa manera, y quien comenzará a cambiar serás tú. Es necesario que todos los días te preguntes: ¿Que hice en el día de hoy para conquistar o apartar a esa persona de mí?
Muchas veces nos irritamos con la actitud de los demás, pero cuando leemos la Biblia, vemos que Dios nos trata totalmente diferente. Él no se enoja con nuestras actitudes, porque “Como la mujer abandonada y afligida, el Señor te llama de nuevo. ¿Puede ser rechazada la esposa tomada en la juventud? –Dice el Señor- Por un breve instante te abandoné, pero ahora te recibo con inmenso cariño. En un arrebato de enojo me oculté de ti por un momento, pero el amor con que te amo es eterno –Dice el Señor que te rescata-. Me sucede como en tiempos de Noé, cuando juré que las aguas del diluvio no volverán a cubrir la tierra; ahora juro no volver a enojarme contra ti, ni amenazarte nunca más. Aunque las montañas cambien de lugar, y se desmoronen los cerros, no cambiará mi amor por ti, ni se desmoronará mi alianza de paz, – dice el Señor, que te ama-.” (Isaías 54,6-10)
Dios no cambia nunca, porque nos conoce plenamente. Y lo más importante: Él usa la misericordia siempre.
Cuántos hijos ya me dijeron que se irían de casa porque no aguantaban a sus padres. Y Dios dice: “Aunque las montañas cambien de lugar, y se desmoronen los cerros, no cambiará mi amor por ti”. Cuando tenemos la mirada de Dios en todas las cosas, todo puede ser sacudido, pero en todo usaremos la misericordia. Solo un corazón sanado puede hacer eso. Solo un corazón sanado puede bendecir a los demás, en lugar de maldecirlos. Muchas veces, le pedimos a Dios la gracia de ser instrumentos eficaces para que podamos servirlo, pero Dios solo hace de nosotros instrumentos cuando somos capaces de amar. No sirve que reces por la conversión de tu esposo si no lo haces con amor. Solo el amor tiene poder de transformación.
Para tocar una luz en el techo necesitamos colocar una escalera y subir escalón por escalón. De la misma forma, si vas usando misericordia con los demás, día tras día, escalón por escalón, vas a alcanzar el corazón de Dios.
Comprométete contigo mismo en cambiar tu manera de ser, en transformar tu pedagogía con el prójimo. Elige la mejor parte, elige el cielo.
Padre Alir Sanagiotto, SCJ.
Dedica al trabajo psicoespiritual de los fieles. Blog: http://blog.cancaonova.com/padrealir
traducción: Exequiel Alvarez
(Artículo producido a partir de la homilía del 15/12/2005)
Trate a todos sus hijos con igual afecto
Cree lazos fuerte de unión entre ellos
Los hijos son todos diferentes y necesitan ser tratados de forma diferente pero no se puede dar menos cariño y atención a uno de ellos. Esto puede suceder por ejemplo, cuando uno de los hijos, por razones de salud, necesita más atención. En este caso, los otros hijos tienen que ser preparados para que también ellos hagan algo más por el más débil. Esto los ayudará a superar los posibles celos debido al tratamiento especial dado al más débil.
De igual forma, cuando una madre está esperando el segundo hijo, debe saber valorizar, delante del primero, la belleza de tener pronto un hermanito para jugar, correr, conversar, eso evitará los celos.
Hay adultos que cargan la vida entera el hecho de haber sido excluidos en el hogar. Recuerdo que mi mamá era muy cuidadosa al repartir la bolsa de caramelos que mi papá de vez en cuando traía para los nueve hijos. Eran nueve bolsitas de caramelos, todos iguales. La justicia debe ser cultivada en el hogar desde la infancia de los hijos para que ellos pronto asimilen esta importante lección.
Cuando dos hijos van a repartirse alguna cosa, haga que aquel que está compartiendo deje al otro escoger en primer lugar. Uno reparte y el otro escoge, así habrá justicia.
El que tenga oídos para oír, que oiga
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,21-25):
En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: «¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Les dijo también: «Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará con creces hasta lo que tiene.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: «¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Les dijo también: «Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará con creces hasta lo que tiene.»
Palabra del Señor
COMENTARIO
Queridos hermanos:
Muchos de los refranes que el evangelio acaba de ofrecernos los hemos dicho nosotros quizá repetidas veces. ¿No hemos justificado ciertos males diciendo que “el que la hace la paga”? ¿No hemos dicho más de una vez, para explicar ciertos enriquecimientos, que “dinero llama dinero” o que “al que tiene se le dará”?
Jesús se inculturó plenamente en su pueblo y usó los mismos aforismos que sus contemporáneos. Para nosotros el problema consiste en no saber, en muchos casos, en qué situación concreta pronunció esos dichos de sabiduría popular, y por tanto, qué sentido quiso darles. Es incluso posible que los haya dicho más de una vez y con sentido diferente, según oyentes y circunstancias. De hecho, algunos de esos refranes los encontramos en los evangelios varias veces y para ilustrar enseñanzas diversas; el dicho de “lo oculto que se manifestará” lo usa Marcos para indicar que Jesús aclara las parábolas a sus discípulos, mientras que en Lucas significa que es inútil el esfuerzo de los hipócritas por fingir, pues la verdad acabará sabiéndose (Lc 12,2); Mateo, por su parte, lo utiliza para exhortar a los discípulos a la predicación a pesar de las posibles persecuciones que pueda suscitar (cf. Mt 10,26).
Por lo que se refiere al evangelio de hoy, que es una colección de cuatro refranes, podemos captar el sentido que les da el evangelista Marcos por el contexto en que los incluye. En el bloque precedente, que comentábamos ayer, se nos muestra cómo Jesús explica a los discípulos el sentido de la parábola del sembrado; se trata justamente de que la luz no quede oculta, sino que alumbre a todos. La comprensión de la palabra de Jesús no debe quedar reservada a un grupo esotérico; todo creyente está llamado a crecer en su comprensión, y, una vez que la ha comprendido, a comunicarla a otros; la luz no debe taparse con un cajón. Jesús, el primero de los heraldos del Reino de Dios, quiere que su acción sea prolongada por nosotros.
La correspondencia de medidas nos habla de una cierta ley de la retribución. A los discípulos de Jesús, por estar abiertos a él, se les comunica el misterio del Reino; son los que tienen, y a ellos se les da todavía más, son los que tienen receptividad, “apertura” , y a ellos se les “abre” el secreto del Reino de Dios. En cambio, a los que se cierran o endurecen, como consecuencia de ese endurecimiento, todo les resulta un enigma; se cierran a la palabra y a ellos se les cierra el contenido de la misma; hasta lo poco que sabían se les va a olvidar.
En conjunto hay una advertencia y una promesa. Advertencia: cuidado con actitudes autosuficientes, escépticas, o hipercríticas; nos empobrecerán. Promesa: tenemos posibilidades de crecer en la comprensión de lo divino; cuanta más hambre tengamos de ello, más alimento se nos dará. La sabiduría dice de sí misma: “los que de mí comen tienen más hambre de mí, y más sed de mí los que de mí beben” (Eclesiástico 24,21). Y la penetración en lo divino nunca concluye, pues, como decía San Juan de la Cruz, “hay mucho que ahondar en Cristo, porque es como una abundante mina con muchos senos de tesoros, que por más que los santos doctores y las almas santas ahonden, nunca les hallan fin ni término”.
Vuestro hermano
Severiano Blanco cmf
Severiano Blanco cmf
miércoles, 29 de enero de 2014
La fecundidad de la oración
Publicamos a continuación una noticia de Radio Vaticano basada en la homilía del por el Papa Francisco ayer durante la misa en la casa Santa Marta, en la que habla acerca de la alabanza refiriéndose a la RCC:
La oración de alabanza nos hace fecundos. Lo afirmó el Papa Francisco en la Misa de esta mañana en la Casa de Santa Marta. El Papa, comentando la danza alegre de David para el Señor de la que habla la Primera Lectura, subrayó que, si nos cerramos en la formalidad, nuestra oración se vuelve fría y estéril.“David danzaba con todas las fuerzas ante el Señor”. El Santo Padre desarrolló su homilía partiendo de esta imagen alegre, relatada en el Segundo Libro de Samuel. Todo el Pueblo de Dios, recordó, estaba de fiesta porque el Arca de la Alianza regresaba a casa. La oración de alabanza de David, continuó, “lo llevó a dejar toda compostura y a danzar ante el Señor” con “todas las fuerzas”. Esta, comentó, “¡era precisamente la oración de alabanza!”. Leyendo este pasaje, dijo, “pienso inmediatamente” en Sara, después de haber dado a luz a Isaac: “¡El Señor me ha hecho bailar de alegría!”. Esta anciana. Como el joven David – resaltó el Papa – “bailó de alegría” ante el Señor. “A nosotros – observó luego – nos es fácil entender la oración para pedir una cosa al Señor, también para agradecer al Señor”. También entender la “oración de adoración”, aseguró, “no es tan difícil”. Pero la oración de alabanza “la dejamos de lado, no nos viene espontáneamente”:“‘Pero, Padre, ¡esto es para aquellos de la Renovación en el Espíritu, no para todos los cristianos!’. No, la oración de alabanza es una oración cristiana ¡para todos nosotros! En la Misa, todos los días, cuando cantamos el Santo… Esta es una oración de alabanza: alabamos a Dios por su grandeza, ¡porque es grande! Y le decimos cosas hermosas, porque nos gusta que sea así. ‘Pero, Padre, yo no soy capaz… Yo debo…’. Pero ¿eres capaz de gritar cuando tu equipo de fútbol hace un gol y no eres capaz de cantar las alabanzas al Señor? ¿De salir un poco de tu contención para cantar esto? ¡Alabar a Dios es totalmente gratuito! ¡No pedimos, no agradecemos: alabamos!”Debemos rezar “con todo el corazón”, prosiguió: “Es también un acto de justicia, ¡porque Él es grande! ¡Es nuestro Dios!”. David, recordó luego, “era tan feliz, porque el arca regresaba, regresaba el Señor: con aquella danza también su cuerpo rezaba”:“Una buena pregunta que podemos hacernos hoy: ‘¿Cómo está mi oración de alabanza? ¿Yo sé alabar al Señor? Sé alabar al Señor, o cuando rezo el Gloria o rezo el Santo lo hago sólo con la boca y no con todo el corazón?’ ¿Qué me dice aquí David, danzando? ¿Y Sara, bailando de alegría? Cuando David entra a la ciudad comienza otra cosa: ¡una fiesta!”“La alegría de la alabanza – recalcó el Obispo de Roma – nos lleva a la alegría de la fiesta. La fiesta de la familia”. El Papa recordó que cuando David entra al palacio, la hija del rey Saúl, Mical, lo reprende y le pregunta si no sentía vergüenza por haber bailado de aquella manera delante de todos, él que es el rey. Mical “despreció a David”:“Me pregunto ¿cuántas veces despreciamos en nuestro corazón a personas buenas, gente buena que alaba al Señor como le nace, así espontáneamente, porque no son cultos, no siguen las formalidades? ¡Desprecio! Y la Biblia dice que por este motivo Mical se quedó estéril ¡por toda la vida! ¿Qué cosa quiere decir aquí Palabra de Dios? ¡Que la alegría, que la oración de alabanza nos hace fecundos! Sara bailaba en un momento grande de su fecundidad, ¡con noventa años! La fecundidad que nos da la alabanza al Señor, la gratuidad de alabar al Señor. Aquel hombre o aquella mujer que alaba al Señor, que reza alabando al Señor, que cuando reza el Gloria se alegra de decirlo, cuando canta el Santo en la Misa se alegra de cantarlo, es un hombre o una mujer fecundo”.
No es tiempo de lamentos
Mi hermano, mi hermana,
tal vez tengas muchos sufrimientos y te encuentres cargando un peso muy grande, pero no es porque Dios quiere eso, por el contrario. Él viene en tu socorro.
El enemigo fue quien introdujo el veneno del pecado.
Es por eso que él se está desparramando por el mundo entero.
Aún pasando por ese valle de lágrimas, Jesús quiere que tengamos alegría.
Parece que no combina sufrimiento y alegría, pero aguanta firme con tus dolores y sufrimientos porque Dios viene en tu auxilio y te da alegría,
satisfacción, felicidad.
El no quiere que vivamos lamentándonos.
Mons. Jonas Abib
Fundador Comunidad Canção Nova
fuente: Facebook personal
tal vez tengas muchos sufrimientos y te encuentres cargando un peso muy grande, pero no es porque Dios quiere eso, por el contrario. Él viene en tu socorro.
El enemigo fue quien introdujo el veneno del pecado.
Es por eso que él se está desparramando por el mundo entero.
Aún pasando por ese valle de lágrimas, Jesús quiere que tengamos alegría.
Parece que no combina sufrimiento y alegría, pero aguanta firme con tus dolores y sufrimientos porque Dios viene en tu auxilio y te da alegría,
satisfacción, felicidad.
El no quiere que vivamos lamentándonos.
Mons. Jonas Abib
Fundador Comunidad Canção Nova
fuente: Facebook personal
El riesgo de los creyentes
RÍSPIDO, PERO LUMINOSO
Alfredo Mª Pérez Oliver, cmf - Martes 28 de Enero del 2014
Al leer despacio el documento precioso que nos acaba de ofrecer el Papa Francisco, siento que me aprieta la mano y el corazón no una mano con guante de seda, sino una mano rugosa de pastor. Un pastor avezado que ha corrido muchos rastrojos y senderos ásperos para encontrarse con el rebaño. Y con un cayado nudoso que ha formado la mano fuerte del que sabe conducir.
Ha titulado su Exhortación Apostólica “La alegría del evangelio”. No es contradictorio sino que se complementan la alegría de anunciar el Evangelio, “ el mensaje más hermoso que tiene este mundo”(277), con la mano fuerte que toma con ternura a la oveja descarriada y la pone sobre sus hombros.
El Papa contempla el camino recorrido y hace un diagnóstico, sin paliativos, del horizonte contemplado:”El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás…ya no escucha la voz de Dios…ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente.”(nº 2)
Los cantarillos de este año.
Ha llegado a mi pozo de Jacob torrencialmente la aguas de la “ Evangelii Guadium”. Ellas llenarán cantarillos y cantarillos durante todo el año. Aviso que unas veces serán aguas termales que curan, pero que queman. He visto el torrente llegar antes de entrar en los cauces subterráneos del pozo. Esta vista lejana me posibilita comenzar por unos rasgos generales del documento, para situarlo en nuestras coordenadas.
Un lenguaje diferente
Un lenguaje claro y directo. No duda en inventar neologismos para atrapar en una palabra todo un mensaje. Por ejemplo: Primerear; balconear; habriqueismos y otros. Palabras del Papa a las que nos habremos de ir acostumbrando. Traduzco para mayor claridad. Primerear quiere decir que hay que poner lo primero de todo en la vida a Jesucristo. Balconear denuncia a los que desde el balcón contemplan sin comprometerse. La fe, dice, se vive en la calle, comprometido con todos. Habriqueismo se refiere a los que reducen su trabajo a planificar sin pasar a la acción: “Habría que…”
Una vez aprendidas algunas expresiones podemos constatar que su lenguaje es claro, directo para que lo puedan entender todos. Desde los doctores hasta la gente sencilla. Pero no sólo se ha de entender con la cabeza, sino sobre todo con el corazón, que como dijo la raposa al Principito, las cosas esenciales sólo se ven con el corazón.
Primerear.
Leyendo la Exhortación en diagonal, nos encontraremos continuamente con expresiones que nos invitan a hacer de Jesús el número uno de nuestra vida, porque la alegría de la Buena Noticia es siempre la misma: “El Dios que manifestó su amor inmenso en Cristo muerto y resucitado.” (nº 11). El encuentro con Jesús “da un horizonte a la vida, y con ello, una orientación decisiva.”! (nº 7).
San Antonio Mª Claret, vivió con radicalidad esta configuración con Cristo: “Me hallo todo aniquilado. No quiero cosa que no sea su santísima voluntad. Vivo con la vida de Jesucristo. Él, poseyéndome, posee una nada, y yo lo poseo todo en Él.”(Aut. 754).
Y se imagina un compás. Un brazo hincado firme en Jesucristo y el otro dando vueltas con radios cada vez más amplios anunciando a todos el amor de Dios reflejado en el rostro de Cristo, para que todos le conozcan, le amen y le sirvan
Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
El Papa Francisco llama a todos a estar alerta como los centinelas. La E. G. es como una torre redonda para que el centinela vigile los cuatro puntos cardinales. ¿Quiénes son esos centinelas?: “En todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a Evangelizar.”(nº 119) Y les avisa de los peligros que pueden hacer fracasar su actividad misionera, principalmente la acedia egoísta y el pesimismo estéril (nº 81-86) Es llamativo que el Papa tiene más preocupación por los que se agazapan para no correr ningún peligro, que por los que lanzados puedan ser heridos. En la visita pastoral el 19 de Enero a la Parroquia del Sagrado Corazón, de Roma, se lo dijo claro al grupo de jóvenes voluntarios que se preparan para ser evangelizadores. “Es necesario ensuciarse las manos. Quien está siempre limpio es porque no camina. Mientas que quien camina se ensucia física o espiritualmente. Pero nos hay que tener miedo, porque el Señor nos limpia por completo.”
Pasó el Papa cuarenta minutos gozosos con esos cachorros de “perro pastor” que están-como linces - esperando el silbido que les señala las ovejas descarriadas.
Me extraña que el Papa Francisco no haya comparado a estos jóvenes con los avispados perros de los pastores, que les ofrecen una ayuda impagable. ¿No se dará esta raza en Argentina?
Algunos desafíos
Si todas las páginas destilan claridad y rotundidad, las destinadas a los desafíos se sobrepasan a sí mismas: No a una total economía de la exclusión. No a la nueva idolatría del dinero. No a un dinero que gobierna en lugar de servir. No a inequidad que genera violencia.. Y no olvida los desafíos que ofrece la inculturación y le preocupa mucho el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad.
La pistola en el pecho.
El Papa Francisco quiere la Iglesia en salida. He oído comentar que esta expresión es un poco extraña. A mi me parece perfecta. Me imagino al juez de línea con la pistola en alto para dar el pistoletazo de salida, mientras los atletas con todos los músculos en tensión para lanzarse a la carrera. Y si alguno se ha retirado de la línea de salida, y pretende sentarse en la silla de espectador, este centinela lo ha descubierto y le pone la pistola en el pecho, mientras le pregunta: Y tú ¿qué hace ahí sentado?:”Esa no es la opción de una vida digna y plena, ese nos es el deseo de Dios para nosotros, esa no es la vida en el Espíritu que brota del Corazón de Cristo resucitado.”(E.G.2)
Y ya esta lleno el cantarillo. No nos faltará agua abundante para seguir ofreciendo el agua que ofrece Cristo sentado junto al Pozo de Jacob.
fuente: Ciudad Redonda
Cercanía afectiva
Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,1-20):
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla.
Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar: «Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»
Y añadió: «El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.
Él les dijo: «A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que, por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen."»
Y añadió: «¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»
Palabra del Señor
COMENTARIO
Queridos hermanos:
Hoy debemos comenzar aclarando un malentendido procedente de un equívoco en la lengua original del evangelio. No es creíble que Jesús hable en parábolas –género didáctico sencillo y aclarador- para que no le entiendan y así no se abran a la salvación; él no afirma que “a los de fuera se les habla en parábolas”, sino que a quienes optan por mantenerse a distancia y no seguirle “todo les resulta un enigma”. Y ese “todo” abarca por igual los dichos y los comportamientos y acciones de Jesús; hace un par de días veíamos cómo los escribas, orgullosamente distanciados, malinterpretaban las curaciones realizadas por él y las atribuían al poder de Beelzebú. Para entender a Jesús no basta la fría inteligencia, sino que se requiere cercanía afectiva, actitud de comunión (en realidad nos sucede también con las demás personas; si no hay cercanía humana, acabamos constatando que “hablamos distinto lenguaje”). A los adeptos a Jesús, entusiasmados por su persona, “se les abre el misterio” del Reino de Dios.
Esta interesante llamada a la “cercanía afectiva” nos la ofrece el evangelio de hoy flanqueada por una parábola y su aplicación a la vida de la iglesia. La parábola de la semilla nos es muy conocida, aunque quizá no la leamos normalmente en el sentido que Jesús quiso darle. Los expertos en exégesis bíblica la designan como “la parábola del sembrador impertérrito”. En efecto, nos habla de una serie de sementeras frustradas y de un sembrador que no se rinde, que mantiene la ilusión; finalmente su afán tiene éxito, un éxito muy superior al esperado. Al parecer, en las tierras áridas de Palestina no solía contarse con una cosecha del sesenta o ciento por uno. Esto Jesús lo refiere al Reino de Dios, realidad que él nunca define pero de la que afirma que superará con creces las más optimistas expectativas humanas; lo que Dios realiza es siempre pasmoso. Ningún fracaso tiene derecho a marchitar nuestras ilusiones; el que cree de verdad en Dios Padre vive necesariamente en la esperanza, siempre abierto a la sorpresa deslumbradora.
Esta debió de ser una lección muy necesaria a los seguidores de Jesús, que se fijaban demasiado en las limitaciones de lo humano y a quienes el Maestro tuvo que llamar repetidas veces “gente de poca fe” y reprocharles su cobardía. Quizá hoy nos reprocharía también a nosotros la facilidad con que tiramos la toalla y contagiamos desencanto con frases irónicas, burlescas y asesinas.
La explicación detallada de la parábola parece haberse originado en otro momento, y con finalidad moralizante más bien que como llamada a la esperanza. En el caminar del creyente la Palabra le sigue llegando en el día a día; nos sigue llegando. Son nuevas llamadas que van dando forma a la llamada inicial al seguimiento de Jesús; y son llamadas que pueden ser acogidas o acalladas, conservadas u olvidadas rápidamente. Los ejemplos del texto evangélico son sumamente prácticos y actuales: la superficialidad, el engaño del dinero fácil, la cobardía ante la persecución o menosprecio, etc son otras tantas contraindicaciones para que la Palabra del Señor dé forma a nuestro vivir y a nuestro hacer. Que el señor nos conceda vivir con los ojos abiertos frente a esos enemigos de nuestro crecimiento espiritual.
Vuestro hermano
Severiano Blanco cmf
Severiano Blanco cmf
martes, 28 de enero de 2014
4ta. Luna en el Patio de María
Este Miércoles 29 a las 21.30 hs viviremos la "cuarta luna" en el patio de María. Estaremos intercediendo por los varones de nuestra comunidad, de nuestras casas. Te esperamos!
Miércoles 29. - 21.30 hs en el Campito de María de Guadalupe.
Miércoles 29. - 21.30 hs en el Campito de María de Guadalupe.
De Rodillas
Nunca te olvides de esto:
el acceso al Corazón del Padre está en la actitud de rodillas dobladas!
P. Roger Luis.
Nuestra fuerza es la gratuidad del Evangelio
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El Evangelio tiene que ser anunciado con sencillez y gratuidad: lo dijo el Papa Francisco en la Misa del martes 11 de junio en la Residencia Santa Marta.
El Santo Padre recordó además que, en la Iglesia, el testimonio de la pobreza "nos salva del convertirnos en meros organizadores de obras".
Y advirtió que cuando queremos hacer una “Iglesia rica”, la Iglesia “envejece”, “no tiene vida”. En la Misa, concelebrada, entre otros, por el arzobispo Gerhard Ludwig Müller, participaron sacerdotes y colaboradores de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Anunciar con sencillez
“No lleven oro, plata o monedas en el cinturón”... El Pontífice desarrolló su homilía partiendo de la exhortación dirigida por Jesús a los Apóstoles enviados a anunciar el Reino de Dios.
Un anuncio, dijo, que el Señor “quiere que se haga con sencillez”. Aquella sencillez “que deja lugar al poder de la Palabra de Dios”, porque si los Apóstoles no hubieran tenido “confianza en la Palabra de Dios”, “quizás hubieran hecho otra cosa”.
El Obispo de Roma indicó la “palabra-clave” del mandamiento dado por Jesús: “Gratuitamente han recibido, den gratuitamente”.
Todo es gracia, recalcó, y “cuando nosotros pretendemos hacer en forma tal que la gracia es dejada de lado, el Evangelio no es eficaz”:
San Pedro no tenía cuenta bancaria
“La predicación evangélica nace de la gratuidad, del estupor de la salvación que viene y de aquello que yo he recibido gratuitamente, debo darlo gratuitamente. Ellos actuaron así desde el inicio. San Pedro no tenía una cuenta bancaria, y cuando tuvo que pagar los impuestos el Señor lo envió al mar a pescar un pez y encontrar la moneda dentro del pez, para pagar. Felipe, cuando encontró al ministro de economía de la reina Candace, no pensó: ‘Ah, bien, hagamos una organización para sostener el Evangelio…’ ¡No! No ha hecho un ‘negocio’ con él: anunció, bautizó y se marchó”.
El Reino de Dios, “es un don gratuito”, reflexionó el Papa, resaltando que, desde los orígenes de la comunidad cristiana, esta actitud ha estado sujeta a tentación.
Existe, precisó, “la tentación de buscar fuerza" por todos lados excepto en la gratuidad, mientras que “nuestra fuerza es la gratuidad del Evangelio”.
El Pontífice constató que “siempre, en la Iglesia, ha existido esta tentación". Y esto crea “un poco de confusión”, advirtiendo que así “el anuncio parece proselitismo, y por ese camino no se avanza”.
La gratuidad es poderosa
El Señor, agregó, “nos ha invitado a anunciar, no a hacer prosélitos”. Citando luego a Benedicto XVI, Francisco subrayó que “la Iglesia crece no por proselitismo, sino por atracción”. Y esta atracción viene del testimonio de “aquellos que desde la gratuidad anuncian la gratuidad de la salvación”:
“Todo es gracia. Todo. Y ¿cuáles son los signos de cuando un apóstol vive esta gratuidad? Hay tantos, pero sólo les señalo dos: primero, la pobreza. El anuncio del Evangelio debe ir por el camino de la pobreza. El testimonio de esta pobreza: no tengo riquezas, mi riqueza es sólo el don que he recibido, Dios. Esta gratuidad: ¡ésta es nuestra riqueza! Y esta pobreza nos salva del convertirnos en organizadores, empresarios… Las obras de la Iglesia se deben llevar adelante, y algunas son un poco complejas; pero con corazón de pobreza, no con corazón de inversión o de empresario, ¿no?”
La alabanza, una pobreza eficaz
“La Iglesia –agregó- no es una ONG: es otra cosa, más importante, y nace de esta gratuidad. Recibida y anunciada”. La pobreza, insistió, “es uno de los signos de esta gratuidad”. El otro signo “es la capacidad de alabanza: cuando un apóstol no vive esta gratuidad, pierde la capacidad de alabar al Señor”. Alabar el Señor, de hecho, “es esencialmente gratuito, es una oración gratuita: no pedimos, sólo alabamos”:
“Estas dos son señales del hecho que un apóstol vive esta gratuidad: la pobreza es la capacidad de alabar al Señor. Y cuando encontramos apóstoles que quieren hacer una Iglesia rica y una Iglesia sin la gratuidad de la alabanza, la Iglesia envejece, la Iglesia se convierte en una Organización No Gubernamental, la Iglesia no tiene vida. Pidamos hoy al Señor la gracia de reconocer esta gratuidad: ‘Gratuitamente han recibido, den gratuitamente’. Reconocer esta gratuidad, aquel don de Dios. Y también nosotros avanzar en la predicación evangélica con esta gratuidad”.
fuente Religión en libertad
Irrupciones del Espíritu
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(VIS) Refiriéndose después a uno de los temas de reflexión de la conferencia, "Los carismas en la vida de la Iglesia particular", el Santo Padre afirmó que "lo que narra el Nuevo Testamento sobre los carismas, que aparecieron como signos visibles de la venida del Espíritu Santo, no es un acontecimiento histórico del pasado, sino realidad siempre viva: es el mismo Espíritu divino, alma de la Iglesia el que actúa en ella en todas las épocas y estas obras suyas, misteriosas e eficaces, se manifiestan en nuestro tiempo de forma providencial". "Los movimientos y las nuevas comunidades son como irrupciones del Espíritu Santo en la Iglesia y la sociedad contemporáneas. Podemos afirmar que uno de los elementos y de los aspectos positivos de las Comunidades de la Renovación Carismática Católica es el relieve que asumen en ellas los carismas o dones del Espíritu Sano y su mérito es haber recordado su actualidad en la Iglesia". Benedicto XVI recordó a continuación que el Concilio Vaticano II mencionaba en diversos documentos el tema de las nuevas comunidades eclesiales y que también "el Catecismo de la Iglesia Católica subraya el valor y la importancia de los nuevos carismas en la Iglesia, cuya autenticidad se garantiza por su disponibilidad a someterse al discernimiento de la autoridad eclesiástica. Precisamente porque hay un florecimiento prometedor de movimientos y comunidades eclesiales, es importante que los pastores ejerzan con ellos un discernimiento prudente y sabio". "Sé que se están estudiando modalidades oportunas para dar un reconocimiento pontificio a los nuevos movimientos y comunidades eclesiales y que no son pocos los que lo han recibido ya. (...) Los pastores, sobre todo los obispos, deben tener en cuenta este dato a la hora de discernir oportunamente según su competencia". El Papa señaló que uno de los objetivos de la Hermandad, "siguiendo las indicaciones de (...) Juan Pablo II, es salvaguardar la identidad católica de las comunidades carismáticas, alentándolas a mantener un estrecho vínculo con los obispos y el pontífice romano", y manifestó su agrado por la creación de un Centro de formación permanente para los miembros y responsables de las comunidades carismáticas. "La salvaguardia de la fidelidad a la identidad católica y del carácter eclesial por parte de todas vuestras comunidades -concluyó el pontífice- hará posible que deis en todos los lugares testimonio vivo y activo del profundo misterio de la Iglesia. Así se promoverá también la capacidad de las diversas comunidades para atraer a nuevos miembros".
Los pecados caen como piedras
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Miembros de la Renovación Carismática
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Miriam, una chica joven y delgada de Valencia, sube al escenario en el auditorio de la Casa de Campo, de Madrid, y cuenta su testimonio ante 3.000 católicos de la Renovación Carismática.
«Yo me veía fea, comía y vomitaba, hacía regímenes exagerados... pero ayer, después de hablar con el sacerdote, me miré al espejo, vi que tenía cosas bonitas y otras no tanto, como todo el mundo; entendí que nadie es perfecto, que Dios no va a quererme más por adelgazar, y me impactó esa canción que dice “te alabo, Señor, tal como soy”». La gente la aplaude y le grita «guapa».
Belén, una joven de 27 años de Alcalá, que lucha contra una depresión, explica que es la primera vez que viene a una Asamblea carismática, que se acaba de confesar por primera vez desde su infancia, y que su vida ha cambiado.
Suri, zamorana afincada en Zaragoza, vivió en Navidad una curación inexplicable. «Y el viernes, en la alabanza, sentí una alegría tremenda y ahora no puedo dejar de hablar de Dios», afirma.
Juan y Javier explican cómo encontraron a Dios en la cárcel, gracias a los grupos de oración que allí se organizan.
Otro Javier, extremeño, cuenta que en 2005 le diagnosticaron una leucemia crónica y, además, perdió a su mujer y un hijo en un accidente de coche. Pero no desfallece. «Ayer, en la adoración, sentí que Dios me decía: “Javi, por favor, haz que todos sepan cuánto los amo”».
Suri, zamorana afincada en Zaragoza, vivió en Navidad una curación inexplicable. «Y el viernes, en la alabanza, sentí una alegría tremenda y ahora no puedo dejar de hablar de Dios», afirma.
Juan y Javier explican cómo encontraron a Dios en la cárcel, gracias a los grupos de oración que allí se organizan.
Otro Javier, extremeño, cuenta que en 2005 le diagnosticaron una leucemia crónica y, además, perdió a su mujer y un hijo en un accidente de coche. Pero no desfallece. «Ayer, en la adoración, sentí que Dios me decía: “Javi, por favor, haz que todos sepan cuánto los amo”».
Los carismáticos españoles han contado en este encuentro con el capuchino Raniero Cantalamessa, el predicador oficial del Papa, responsable de los retiros de Cuaresma de los cardenales en el Vaticano. «Hace muchos años era muy crítico con la Renovación, hasta que escuché cómo se confiesan los carismáticos: ¡veía caer los pecados como piedras!», explica Cantalamessa, mientras la gente hace cola para confesarse.
Dos fórmulas: grupos o comunidades
En España sólo unas 40.000 personas participan en la Renovación, pero a nivel mundial cuenta con unos 13 millones de asistentes en sus grupos semanales y unos 45 millones que acuden de forma menos regular pero estable. En los grupos se hace oración espontánea, de alabanza, más que de petición, con mucha música y alegría, bastante uso de la Biblia y un papel central de la acción (incluso milagrosa) del Espíritu Santo.
En España no es común, pero en otros países muchos carismáticos se organizan en comunidades, con votos, diezmos y compromisos. Son famosas las de Emmanuel (en Francia), Shalom y Cançao Nova (en Brasil), El Shaddai (en Filipinas) o Siervos de Cristo Vivo (en República Dominicana).
Dos fórmulas: grupos o comunidades
En España sólo unas 40.000 personas participan en la Renovación, pero a nivel mundial cuenta con unos 13 millones de asistentes en sus grupos semanales y unos 45 millones que acuden de forma menos regular pero estable. En los grupos se hace oración espontánea, de alabanza, más que de petición, con mucha música y alegría, bastante uso de la Biblia y un papel central de la acción (incluso milagrosa) del Espíritu Santo.
En España no es común, pero en otros países muchos carismáticos se organizan en comunidades, con votos, diezmos y compromisos. Son famosas las de Emmanuel (en Francia), Shalom y Cançao Nova (en Brasil), El Shaddai (en Filipinas) o Siervos de Cristo Vivo (en República Dominicana).
fuente: Ciudad Redonda - Artículo publicado en julio de 2010
Alabanza en lenguas
Chus Villaroel op
Cualquiera que se acerque a nuestros grupos, sobre todo si son crecidos y numerosos, se encontrará con ese murmullo típico, a veces potente, casi gritos, en los que la comunidad se expresa y enajena durante unos minutos en una intimidad de oración muy profunda. Generalmente suena bien, es armónico, no altera la paz, interioriza a los orantes y les arrebata hacia una presencia recóndita y amada. Es una experiencia muy bella de unión, de modo que, al volver a la palabra y al vocablo, le parece a uno haber perdido calidad y unción.
Se trata de una oración en la que el sujeto o la comunidad se explayan sonoramente pero sin vocablos, sin conceptos, sin silogismos ni raciocinios. No procede como la comunicación ordinaria mediante palabras o pensamientos elaborados por el cerebro o la mente. Pertenece más bien al orden de los gemidos, del llanto, del balbuceo infantil, del clamor de un campo de futbol. En estos casos no se usan palabras pero algo del alma se manifiesta con fuerza. Hay comunicación con un tú inexpresable, inefable, que no sabes cómo hablarle, pero que inunda con su presencia.
En el cristianismo ordinario esta manifestación sobrenatural no suele darse. La gente no ora en lenguas. Habla con Dios, le pide y le cuenta cosas, se expresa a la manera humana, hace de él un interlocutor tratable. La oración en lenguas respeta más la inefabilidad de Dios, su trascendencia y nuestra incapacidad de conocerle. Pertenece al nivel del don. Para orar en lenguas debe preceder una experiencia viva del Espíritu Santo y un dejarse hacer de sus dones y frutos. El que ora en lenguas tiene el don de temor y el respeto a Dios ya bastante crecidos .
A mí no me fue fácil llegar a la experiencia de las lenguas. Simplemente no le daba importancia. No echaba de menos lo que no conocía y, por desgracia, tampoco estaba capacitado para comprender lo que me perdía. El que tiene el don sabe que lo tiene pero el que no lo tiene no sabe que no lo tiene. El don siempre es misericordia ya que ni éste ni ningún otro es merecido por nadie. Una tarde me encontraba paseando por el claustro de mi convento. Creo que estaba orando cuando de repente, noté en mi garganta algún movimiento y sonido extraño. Me sobresalté ligeramente si bien pronto lo identifiqué: estaba comenzando a orar en lenguas. Dada mi obcecación, no lo di mucha importancia. El don viene en un reino de gratuidad que yo entonces comenzaba a comprender.
No obstante, sentí la necesidad de ir a la Biblia para ver lo que dice sobre este fenómeno. Me encontré con que sólo es mencionado en la primera carta a los corintios. En el capítulo 14 San Pablo dice: Deseo que habléis todos en lenguas, aunque prefiero que profeticéis. Entonces ¿qué hacer? Oraré con el espíritu pero también con la mente. Cantaré salmos con el espíritu pero también con la mente. Doy gracias a Dios porque oro en lenguas más que todos vosotros, pero en la asamblea prefiero decir más una palabra inteligible que mil en lenguas. Orar con el espíritu es lo que llamamos nosotros orar en lenguas; orar con la mente es orar con vocablos y conceptos. Lo que dice San Pablo es interesante porque certifica la existencia de estos fenómenos en la Iglesia primitiva; él sin embargo, no está preocupado por darnos definiciones sino por el orden en las reuniones y por el respeto a los nuevos o no iniciados.
Sabemos que en la Iglesia se oró en lenguas durante bastantes siglos. San Agustín nos lo certifica. Según se iba estructurando más la liturgia, iba muriendo la espontaneidad. La de orar en lenguas murió en Constantinopla en el siglo séptimo. El emperador, obsesionado con los complots y conspiraciones, prohibió los últimos grupos libres que se reunían para orar, en los que aún se ejercitaba este tipo de oración. De ahí en adelante, no se encontró nunca más lugar para él en los rituales oficiales. Como es una moción del Espíritu nunca se podrá erradicar. Por eso se ha mantenido latente en la Iglesia a la espera de rebrotar cuando se dieran las condiciones idóneas, como ocurre ahora. Conocemos el caso de muchos santos que oraban en lenguas sin saber ni tener conceptos claros de lo que estaban haciendo.
Este modo de orar, como vemos, ha tenido una historia muy turbulenta. Sin embargo, nosotros debemos sacarle todo el jugo espiritual del que es portador que no es poca cosa. Pese a mis primeras reticencias fui entrando poco a poco en la hondura de su misterio. Hoy es el día que cuando tengo que orar o deseo orar en serio, sólo lo hago en lenguas. Si oro por una persona ¿qué voy a decirle a Dios? ¿Le voy a pedir cosas para ella? ¿Voy a programar a Dios? Oro en lenguas con el máximo respeto a la voluntad de Dios a la vez que mi corazón entrega esta persona a la acción paternal del Señor. Él sabe lo que le conviene. Sabemos lo reconfortante que es esta oración de intercesión para el que le hace y el que la pide.
La calidad de esta oración se basa en que es altamente contemplativa. La oración más pura es la que se ha ido despojando de sentimientos, de intereses, de métodos, de peticiones personales por más santas que sean. Los místicos te cuentan que en las purificaciones pasivas tiene que desaparecer todo, hasta tus gustos, aficiones y modos personales de hacer, ya que ninguna de tus cosas y modos te va a unir con Dios. Si quieres que tu oración se purifique tienes que acostumbrarte no a darle cosas a Dios sino a recibirlas de él. La única ofrenda agradable al Padre es Jesucristo y en él, es decir, sepultado con él, para resucitar con él, tienes que ir caminando. Unido a Jesucristo de esta manera, él te da su Espíritu que te lo enseña todo. A la derecha de Jesucristo el cero que eres se hace de un valor infinito. Sin Jesucristo tu cero es nulo para el reino de los cielos.
Lo primero que te enseña el Espíritu es a orar en espíritu y en verdad. Tú no sabes lo que debes pedir, no tienes palabras para dirigirte a Dios. Lo puedes hacer, pero nunca saldrás de mucha imperfección. San Pablo es mucho más claro cuando nos dice: El Espíritu mismo viene en ayuda de nuestra flaqueza, pues nosotros no sabemos lo que tenemos que pedir. Por eso el mismo Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables… (Rm 8, 26). ¿Donde se ubica esa intercesión? ¿Es algo fuera de la encarnación? No, se ubica en la flaqueza de nuestra oración que ungida por el Espíritu se trasforma en gemido inefable. En esto consiste el orar en lenguas. Cuando oramos y cantamos en lenguas en nuestros grupos se cumplen estas palabras inspiradas de San Pablo.
Es, como sabemos, una oración vacía de concepto, libre de mensaje, espontanea, sin contacto con la razón y, sin embargo, de una gran comunicación. Sucede en el alma o, mejor, en el espíritu. Puedes ayudarla con alguna representación sobrenatural como, por ejemplo, pensando en Jesús resucitado, teniendo claro que esta imagen no es parte de ella aunque ayude. Es una oración contemplativa que no te comunica primariamente a ti con Dios sino a Dios contigo. Es un regalo, procede como don, es un acto de fe sobrenatural que se expresa con sonido anterior a toda lógica. Su entidad es sobrenatural aunque se encarne en tu corazón y en tu garganta.
¿Qué alabanza puede haber mayor que la que el Espíritu arranca de nuestros corazones? Es muy importante clarificarnos y valorarla ya que, de lo contrario, no remontamos en la alabanza y no pasamos de cuatro frases convencionales que no acaban de llenarnos. Ciertamente es un don y, tal vez, no todos tengan esa gracia pero lo cierto es que en nuestros grupos es casi universal y debe ser pedida con ahínco cuando se carezca de ella.
*****
Es una oración de descanso. El hecho de no utilizar vocablos ni componer frases racionales, ni pedir algo concreto te hace la oración muy descansada. Tu corazón puede funcionar sin tu mente. Por eso, en momentos en que estés cansado o agobiado y no seas capaz de orar piensa que tu oración es el corazón. Tu oración es tu deseo, tu esperanza, tu anhelo más profundo. Esto es lo que te define aunque no puedas formularlo en frases hechas. El Espíritu Santo motiva tu corazón sin cansarte, sin obligarte, lo tienes ahí dentro, te basta un gemido en lenguas.
Una de las genialidades de Santo Tomás de Aquino es haber colocado la esperanza en la voluntad. No la colocó ni en la inteligencia, ni en la memoria ni en la imaginación sino en la voluntad, sede del deseo y del querer. Lo propio de la voluntad no es entender sino amar, desear y esperar. El corazón, es decir, la voluntad, tiene razones que la razón no conoce. Lo suyo es desear el bien, la felicidad, todo lo que es amable y nos da alegría. La voluntad como potencia humana es redimida y sanada en sus quereres por la esperanza teologal que la conduce hacia Dios, hacia la vida eterna. La voluntad, rescatada y ungida por la esperanza, quiere amar y desear sin retorno; desea alimentarse de vida eterna. Es la sede del don de la esperanza y con ello se hace deseo eterno. Ella es la que nos da ganas de Dios y la alegría de ocuparnos en sus cosas.
El concepto, el raciocinio, la inteligencia lógica de las cosas va por otro camino; no pertenece a la voluntad sino al entendimiento. La oración en lenguas pertenece a la dimensión de la voluntad y de la esperanza, en ella no funciona la lógica del conocimiento sino del deseo. Cuando oramos en lenguas no nos interesa conocer a Dios mejor ni profundizar en sus atributos, sino unirnos más a él, sentir su gracia, experimentarle como nuestro amor más hondo.
Esta capacidad es propia de todo hombre. No todos pueden formular y conceptualizar la realidad pero si pueden desear, esperar y amar. En todo hombre hay semillas y nostalgias hondas del bien y de la felicidad. Todo hombre ora en lenguas en algún sentido, ya que todos gemimos y deseamos desde lo más profundo. Esta raíz habita en el fondo de nuestra naturaleza, es más honda que el nivel psicológico porque llega hasta el metafísico. Sin embargo, en la mayoría de las personas no están iluminadas estas profundidades, no saben expresarlas, a veces tratan incluso de sofocarlas porque sólo cultivan el nivel racional.
La oración en lenguas, como la fe y la esperanza, es un acto sobrenatural. Su entidad no es gutural ni siquiera física sino que nos es dada por el Espíritu Santo. Orar, pues, en lenguas, es un orar de cielo, un orar que pertenece a la otra orilla. En el Apocalipsis cuando se nos habla de la alabanza eterna se compara al ruido de grandes aguas, al fragor de un gran trueno: El ruido que venía del cielo, era el cántico de los redimidos y se parecía al estruendo de grandes aguas o el fragor de un gran trueno. Ese ruido era como de citaristas que tocaran sus cítaras. Cantaban un cántico nuevo que nadie podía aprender fuera de los rescatados y redimidos (Ap. 14, 2-4).
Los que podemos orar en lenguas somos seres privilegiados ya que sin perder ni disminuir ninguno de los dones naturales, nuestra naturaleza queda iluminada por el don. Es más, lo expresamos con gemidos inefables. Colocamos en su sitio los deseos y nostalgias humanas que debemos valorar y cultivar. Todo lo que arrastren de pecado, incluso lo trasmitido por generaciones anteriores, queda sanado por la esperanza teologal. Finalmente esta esperanza nos eleva hasta los confines del más allá que expresamos desde lo más hondo con gemidos inenarrables. La oración en lenguas tiene vibraciones de nueva creación.
Sin oración en lenguas la esperanza queda muda. Desea pero no grita. ¿Qué hombre al que el deseo le acucie en lo más hondo deja de gritar? Lo vemos hasta en los animales que rugen y pían desde su más profundo, suspirando por su alimento y su satisfacción. El cristianismo, ahogado por el concepto y el dogma, ha reprimido los gemidos más nobles que puede emitir el alma del que es gratuitamente amado. Los que podemos hacerlo, sigamos haciéndolo, esperando el día en que los tabúes, los ridículos y sobre todo los corsés legales y teológicos desaparezcan y reviente una nueva primavera de oración en la Iglesia.
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