"Podremos ser mensajeros de la reconciliación para los otros en la medida en que aceptemos que, por medio de Cristo, nosotros mismos hemos sido reconciliados con Dios. Para una tarea de reconciliación es muy importante que nuestra presencia no juzgue a los otros. No somos enviados al mundo a juzgar, a condenar, a evaluar, a clasificar o a poner etiquetas. Cuando andamos entre la gente como si tuvieramos que decidir sobre ellos y decirles a cada uno qué hay de malo en él y cómo debiera cambiar, lo único que hacemos es crear más divisiones.
En un mundo que constantemente nos pide que decidamos con respecto a los otros, parece casi imposible estar entre los demás y no juzgarlos. Pero lograrlo es uno de los frutos más hermosos de una vida espiritual profunda y será fácilmente reconocido por aquellos que anhelan reconciliación".
Henri NOUWEN.
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