Cada uno de nosotros es riquísimo en su ser. Fuimos hechos a imagen de Dios, ¿qué más podríamos desear? Dios entró dentro de si mismo para que ahí encontremos nuestro molde.
¿Como entonces, puedes estar reclamando de las cualidades que no tienes? ¿Esto no sería ser ingrato con Dios? Mira primeramente tus manos perfectas y di muchas gracias, Señor! Piensa en tus ojos que ven de lejos, tus oidos que escuchan el canto de los pájaros y di ¡gracias Señor! Mira la belleza y el vigor de tu juventud y agradece al buen Padre, de quien procede toda dádiva buena. La peor cualidad de un hijo es la ingratitud frente a su padre.
Jesús se hartó cuando sanó a diez leprosos (una enfermedad que en aquellos tiempos era incurable) pero solo un samaritano, volvió para agradecer. Y este no era judío, es decir, el único que no era considerado perteneciente al pueblo de Dios.
Ya recibiste una gran herencia de Dios, que está dentro de ti: tu inteligencia, tu libertad, tu voluntad, capacidad de amar, tu memoria, conciencia, etc. En fin, tus talentos, que Dios espera que hagas crecer para tu bien y de otros. La primera cosa para que puedas multiplicar esos talentos es aceptarte como eres, física y espiritualmente. No te quedes solo mirando tus problemas, en una especie de introspección mórbida, porque sino acabarás sin ver tus cualidades, y esto te hará esclavo de tu complejo de inferioridad.
San Pablo dijo que somos como “vasos de barro” pero que traemos un tesoro de Dios escondido ahí dentro (cf. 1 Cor4, 7). No estoy diciendo que debes esconderte de tus problemas o hacer como si no existiesen, no se trata de eso. Reconócelos y acéptalos; y con fe en Dios, y confianza en ti, lucha para superarlas, sin quedarte derrotado y lamentando tu propia suerte.
Debes saber que es exactamente cuando vencemos nuestros problemas y cuando superamos nuestros límites que crecemos como personas humanas. No tengas miedo de tus problemas, ellos existen para ser resueltos. Un amigo me decía que todo problema tiene solución y que cuando uno de ellos no tiene solución deja de ser problema. “Lo que no tiene remedio, está remediado” dice el pueblo. No sirve andar llorando sobre leche derramada. Es en la crisis y en la lucha que el hombre crece. Es solo en el fuego que el acero adquiere temple. Es bajo los golpes del herrero que la lámina se vuelve espada. Por eso, es importante que elimines tus actitudes negativas.
Dios tiene un designio para ti y para cada uno de nosotros, una bella misión a ser cumplida y tu puedes estar seguro de que El te dio los talentos necesarios para cumplirla. Dios quiere que seas tu aliado, su cooperador en la obra de construcción del mundo. El nos entregó el mundo acabado, exactamente para poder darnos la honra y la alegría de que seamos sus colaboradores en esta bella obra. El necesita nuestras manos y nuestra inteligencia, quiere usar tus talentos. El hombre más infeliz es aquel que se cierra en sí mismo y no usa sus talentos para el bien de los otros. Se vuelve deprimido.
En la parábola de los talentos, Jesús mostró que solo se pidió un talento más a aquel que había recibido uno, pero que se le pidió diez nuevos talentos al que había recibido diez. Jesús es coherente. Sabes que eres “único” a los ojos de Dios, irrepetible, recibiste talentos que sólo tu tienes, entonces Dios espera que desarrolles esta bella herencia, siendo lo que eres.
Es un acto de madurez tener la humildad de reconocer tus límites y aceptarlos, esto no es ser menos importante, es ser real. Acepta tus limites con fe y paciencia, para mejorar lo que es posible. Si no comienzas aceptando tu físico, aquello que ves, tampoco aceptarás los defectos que no ves. Corres el riesgo de que no te guste o no aceptes tu cuerpo. Muchos se molestan contra ellos mismos y contra Dios por esto.
Solo te aceptarás y te amarás, si te aceptas como eres física y espiritualmente. De lo contrario no serás feliz. Es claro que es bueno aprender las cosas buenas con los otros, pero no podemos querer imitarlos en todo. No te la puedes pasar comparándote con otra persona y quien sabe, estar hasta deprimido porque no tienes los mismos éxitos que ella tiene. Cada uno es uno delante de Dios.
Tampoco te dejes llevar por el juicio que las personas hacen de ti. Recuerda una cosa: no serás mejor porque las personas te halagan, pero tampoco serás peor porque te critiquen. Como decía San Francisco “soy, lo que soy frente a Dios”.
“Una vez iban por un camino un viejo, un jóven y un burro. El viejo llevaba al burro y el jóven iba sobre el animal. Al pasar por una ciudad escucharon que alguien decía: “¡Qué joven sin corazón, deja que el anciano vaya a pie. Debía ir llevando al burro y colocando al anciano encima!”. Inmediatamente el jóven bajó del burro y colocó al anciano encima, y continuaron el viaje. Al pasar por otro lugar escucharon que alguien decía: ”¡Qué viejo holgazán!, deja al jóven ir a pie y él va sobre el burro!” Entonces ellos pararon y comenzaron a pensar qué hacer: el viejo le dijo al muchacho: ”Solo nos queda una alternativa: ir a pie llevando al burro en nuestros brazos”
Moraleja: es imposible agradar a todos
Profesor Felipe Aquino
Master y Doctor en Ingeniería Mecánica. Recibió el título de Caballero de la Orden de San Gregorio Magno por el Papa Benedicto XVI, es autor de varios libros y presentador de programas de televisión y radio de la comunidad Canción Nueva
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