es mejor saber controlarse que conquistar ciudades enteras”
Proverbios 16,32
Uno de los sentimientos más perturbadores de la actualidad tiene nombre: ¡impaciencia! La falta de paciencia ha hecho que muchas personas se desesperen cuando entran en contacto con esa realidad en la vida. Muchos conflictos, rabias y heridas han cobrado vida debido a la impaciencia. ¿Pero qué desencadena este sentimiento? ¿Cómo podemos ejercitar la parsimonia en nuestra vida? ¿Cómo controlar esta falta de virtud?¿cuáles son los secretos para ser paciente?
La paciencia es una virtud. Podríamos definirla como la capacidad de auto control frente a innumerables realidades que superan nuestros límites emocionales, sociales y espirituales.
La falta de paciencia nace en la vida en función de innumerables factores.Es un hecho que la paciencia es parte de nuestro proceso humano. Hay días en que nos despertamos sin esta virtud. Las dificultades comienzan a agravarse cuando la impaciencia comienza a ocupar una parcela grande de nuestros pensamientos y como consecuencia de eso, desestructura nuestra relación con el prójimo, con nosotros mismos y también con Dios.
Cuando el nivel de impaciencia adquiere espacios indebidos en nuestra vida entramos en un campo complejo que necesita de reflexión y que en la mayoría de las veces exige cambio de actitudes en relación a lo que nos roba la paz interior. Muchos dicen que no tienen paciencia pero cuando son cuestionados sobre lo que les quita la paciencia, no saben responder y cuando esta respuesta no es clara tenemos un cuadro complejo que necesita ser analizado tanto en el área humana cuanto la espiritual. Generalmente cuando no sabemos de donde surge, es porque estamos frente a una realidad que no conocemos o por miedo no quisiéramos entrar en contacto con ella. El miedo de las propias sombras nos impide alcanzar la luz que ilumina nuestras más profundas realidades sombrías.
.: La grandeza de la paciencia
No siempre es facil aceptar lo diferente. y esta es una de las realidades que más roban la paz de muchas personas. La mayoría de veces deseamos que el otro sea como nosotros, piense, sienta y vea el mundo a partir de nuestros ojos. Las relaciones interpersonales están marcadas por la falta de paciencia con lo diferente. Muchos esposos después de un tiempo de relación descubren que el enamorado o el esposo, la esposa o enamorada, no era lo que se imaginaban. Cuando eso sucede, surgen conflictos internos que desencadenan muchas veces serios desentendimientos conyugales y de relacionamiento.
Muchos procesos entre enamorados idealizan al otro como el prototipo de la perfección. Imaginan que están frente a un ser humano perfecto. Cuando este mito de perfección comienza a ser desconstruido surge la decepción, la tristeza y la desilusión. No siempre es fácil aceptar que durante mucho tiempo se convivió con alguien que no era tan perfecto como se le había imaginado. Generalmente cuando eso sucede, muchos esposos se encuentran con una realidad con la cual hasta el momento no habían tenido contacto. Superar la ilusión que fue creada y aceptar que el otro no es tan perfecto como se había imaginado es un proceso, muchas veces doloroso que solo se supera con mucha comprensión y paciencia.
Esta falta de paciencia se refleja también en muchas familias. Padres se desentienden con los hijos cuando entran en contacto con la realidad familiar y descubren que éstos no están correspondiendo a lo que un día les fue enseñado. Este hecho ha causado muchos desajustes en inumerables familias. Durante la infancia los padres los educaron con la mejor de las intenciones y buscaron llevarlos a la iglesia, creian sinceramente que ellos iban a seguir los pasos que un día, les fueron enseñados. Pero la adolescencia llega y los hijos ya no quieren ir a la Santa Misa, no obedecen como antes. Muchos se vuelven rebeldes. ¿Cómo enfrentar esta situación de desajuste en las relaciones familiares?
.: Que las familias no pierdan la capacidad de soñar – Homilia del Papa Francisco
El principio de la paciencia es fundamental. No siempre es facil para los padres aceptar que sus hijos muchas veces no van a seguir todo lo que les enseñaron. Muchos padres cuando se encuentran con esta realidad entran en crisis e intentan obligarlos a la fuerza a hacer lo que les enseñaron un día. La experiencia muestra que forzar al otro a hacer aquello que deseamos provoca muchas confusiones y desajustes en el hogar. En la mayoría de las veces, la rebeldía de los hijos en no querer ir a la Iglesia es una manera camuflada de enfrentar y decir a los padres: “Ahora quien manda en mi vida soy yo!. La oración es fundamental para quien enfrenta situaciones de este tipo.
En el diálogo con Dios, encontramos sabiduría para enfrentar situaciones complicadas y de difícil solución. Así es necesario que los padres busquen conocer a los hijos en el momento en que ellos están viviendo. El diálogo en familia es fundamental.Pero siempre vale recordar que la abertura para los hijos comienza desde su infancia. Lo que no fue construido en el tiempo difícilmente será construido con prisa. Quien nunca logró acercarse a sus hijos cuando eran pequeños, difícilmente podrá hacerlo en su adolescencia.
La relación de impaciencia de los padres con los hijos puede ser conflictiva o puede ser también que sean los hijos quienes tienen conflictos con los padres. No siempre ellos logran comprender las “cobranzas” de sus progenitores. Cabe notar que muchos adolescentes quieren que sus padres comprendan el mundo en el cual están viviendo actualmente. Esta intención no siempre es fructífera pues los padres vivieron en épocas diferentes a las que los adolescentes y jóvenes viven hoy. Tuvieron una educación diferente, de acuerdo con la época en la cual vivían. Los hijos, por lo tanto, necesitan desarrollar una mirada comprensiva en relación a los padres. Todo eso es parte del bagaje humano y espiritual de ellos (padres). Siempre será necesario comprensión y paciencia de ambas partes para que el respeto y el diálogo puedan ser ejercidos. La mirada de comprensión es fundamental en las relaciones familiares. Cuando esta mirada es descuidada, la paciencia cede lugar a los conflictos y desentendimientos.
El cultivo de la paciencia es un ejercicio diario. Muchas veces ese proceso en nosotros es lento, pero ni por eso debemos desanimar. Dios es extremamente paciente con nuestras limitaciones, nuestros errores, egoísmos y mentiras. Será cultivando la paciencia en el jardín de nuestra alma que recogeremos flores de bondad y tolerancia. La paciencia solo será construida en medio de nosotros cuando Jesús sea nuestro modelo de amor para con todos.
Padre Flávio Sobreiro
Bachiller en Filosofía,Teólogo por la Facultad Católica de Pouso Alegre-MG. Vicaria de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen (Cambuí-MG)
Bachiller en Filosofía,Teólogo por la Facultad Católica de Pouso Alegre-MG. Vicaria de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen (Cambuí-MG)
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