¡Buen día, Espíritu Santo!
En la mañana de Sábado Santo,
cuando la creación entera expectante aguarda, espera y confía...
Te pido la gracia de un corazón contrito,
un corazón quebrantado.
Sé que sin esa experiencia de amor quebrantado,
no podré participar de Tu Gozo eterno.
Por eso, Divino y querido Espíritu Santo,
¡Ven! Dame la gracia de un corazón que, esperanzado,
experimente el dolor de quien reconoce su pobreza y su miseria.
¡Ayúdame!, ¡Asísteme!
Dame la gracia de volver siempre al Primer Amor!
¡Amén!
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