Así decía la Beata Madre Teresa de Calcuta: menos palabras. El lugar donde se predica un sermón no es un punto de encuentro. Esforcémonos por vivir de una manera concreta el amor de Cristo en cada una de las acciones de nuestro día. Si predicamos lo hacemos con hechos y no con palabras.
“Por el camino se encontraron con un hombre de Cirene, llamado Simón, y le obligaron a que cargara con la cruz de Jesús” (Mt 27,32).
Al lado de Jesús había un grupo de personas que lo acompañaban, pero nadie lo ayudó a llevar la cruz, incluso cuando veían su cansancio y sufrimiento. El cireneo estaba pasando por ahí y fue obligado a llevar la cruz de Jesús. El hombre prácticamente no habla, es de pocas palabras, pero de mucha acción. Sabemos que hoy, las personas difícilmente crean en las palabras y si creen es porque ven acciones. Las personas creen más en el testimonio que se da que en las palabras.
La manera adecuada de anunciar la Misericordia es vivir lo que está escrito en la Palabra de Dios: “Hijitos, no amemos con puras palabras y de labios para afuera, sino de verdad y con hechos” (1º Jn 3,18)
Jesús Misericordioso, sabiendo de tu dificultad y la mía, le dijo a Santa Faustina en el Diario Nº 742, que Él nos enseñaba tres formas de anunciar la Misericordia: la primera es la acción, la segunda es la palabra y la tercera es la oración.
¿Cómo estás viviendo la Misericordia?
¿Te has dispuesto a amar o te encuentras todavía en las palabras?
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