jueves, 10 de marzo de 2016
Don de lágrimas - Parte V
EL DON DE LAS LÁGRIMAS
(parte V)
La Palabra de Dios habla de un tipo de oración hecha entre “lágrimas” que es poderosísima. Eso por tratarse de un don del Espíritu Santo. Es una oración eficaz que Dios atiende prontamente. Por eso está escrito: “Roguemos al Señor con lágrimas que nos conceda su misericordia como le plazca, para que así como se perturbó nuestro corazón con el orgullo de nuestros enemigos, del mismo modo encontremos gloria en nuestra humillación” (Jd 8,17). Dios tiene el poder de transformar en victoria la humillación que vivimos en el momento presente. Las lágrimas nos vacían en la presencia del Señor y, cuando un corazón está vacío de sí mismo, Dios lo llenará.
Es la humildad que atrae al Señor a nuestro encuentro.
En el don de lágrimas, Dios cura el corazón herido por el pecado, lo purifica, lo fortalece contra todo mal y toda tentación. Se trata de un favor, un don que Dios concede de gracia, un beneficio que él da y que tiene el poder de darle libertad a la persona. Ese don tiene la fuerza de devolver la felicidad a los que se perdieron de Dios y bucearon en las tinieblas de la tristeza. Es una gracia especial y firme de intercesión que actúa en nosotros para salvar a las personas.
Por increíble que parezca, cuando hablo del don de lágrimas, veo que muchas personas se sorprenden. No sabían de su existencia. No lo conocían como un don. Pero, aún así, sin saberle dar un nombre, muchos cristianos, en el mundo entero, lo conocen muy bien, porque lo poseen, viven, experimentan y lo aplican en su vida de cada día. Basta participar de un buen grupo de oración carismático para ver que el Espíritu Santo continúa distribuyendo sus carismas con el mismo celo y fuerza del principio de la Iglesia.
La Sagrada Escritura revela: cuando Dios toca a alguien, hay una conmoción tan profunda en el alma de la persona que ella llora. El carisma de las lágrimas es un don simple y humilde del Espíritu Santo que trae en sí una fuerza salvadora. Mientras que el demonio, por el orgullo, conduce a la perdición, Dios, por la humildad de las lágrimas, salva de la muerte y de la desesperación. El despierta ese carisma en el corazón de una persona cuando quiere volverla mejor, más santa. Son muchos los bienes que el Espíritu realiza en la vida de aquellos a quienes dio ese don. Pero la gracia solo acontece si la persona lo acoge con reconocimiento.
Márcio Mendes.
Libro "O dom das lágrimas"
Editora Canção Nova - Adaptación del original en português
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