lunes, 15 de agosto de 2016

COMPRENDIENDO LA PALABRA 150816

San Juan Damasceno (c. 675-749), monje, teólogo, doctor de la Iglesia
Homilía 1 sobre la Dormición, 11-14
La Virgen María «imagen de la Iglesia futura...que guía y sostiene la esperanza de tu pueblo»

    Oh Madre de Dios, siempre virgen, tu santa partida de este mundo es verdaderamente una travesía, una entrada en la morada de Dios. Saliendo de este mundo material, entras «en una patria mejor» (Heb 11,16). El cielo gozoso acoge tu alma: «¿Quién es esta que sube brillante como la aurora, bella como la luna, resplandeciente como el sol?» (Ct 8,5;6,10) ... «El rey la ha introducido en sus estancias» (Ct 1,4) y los ángeles glorifican a la que es la madre de su propio señor, por naturaleza y en verdad, según el plan de Dios...

    Los apóstoles han llevado a tu cuerpo sin mancha, tú, el arca de la verdadera alianza, y lo han depositado en su santo sepulcro. Y allí, como si fuera otro Jordán, ha llegado a la verdadera Tierra prometida, quiero decir a la «Jerusalén de arriba», madre de todos los creyentes (Gal 4,6), de la cual Dios es el arquitecto y constructor. Porque tu alma, seguramente, «no ha descendido al lugar de los muertos, sino que tu carne misma no ha conocido la corrupción» (Sl 15,10; He 2,31). Tu cuerpo purísimo, sin mancilla, no ha sido abandonado a la tierra, sino que te lo has llevado a la mansión del Reino de los Cielos, tú, la reina, la soberana, la señora, la Madre de Dios, la verdadera Theotokos...

    Hoy nos acercamos a ti, nuestra reina, Madre de Dios y Virgen; giramos nuestras almas hacia ti que eres la esperanza para nosotros... Queremos honorarte con «salmos, himnos y cánticos inspirados» (Ef 5,9). Honorando a la sierva, manifestamos nuestro afecto a nuestro Maestro común... Pon tu mirada sobre nosotros, oh reina, madre de nuestro Soberano; guía nuestro camino hasta el puerto sin tempestad del buen deseo de Dios.

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