Cuando tú perdonas a alguien que te ha ofendido mucho, ¿cuánto te cuesta perdonar? ¿Lo haces a regañadientes, o bien con alegría? ¿Tienes el coraje de dar el primer paso para la reconciliación, o bien esperas a que el otro te pida humildemente perdón? El mensaje de hoy, a través de las parábolas de la oveja perdida y del hijo pródigo, es de gran alegría y paz: Dios es feliz perdonando a los pecadores. Los acoge y los abraza. Es lo que ha hecho con nosotros. ¿Cuántas veces? ¿No podemos hacer lo mismo nosotros, los unos con los otros?
No hay comentarios:
Publicar un comentario