sábado, 10 de septiembre de 2016

Meditación: Lucas 6, 43-49


San Nicolás de Tolentino

El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón. (Lucas 6, 45)

En la lectura de hoy, Jesús decía enfáticamente que si queremos ser discípulos suyos es importante conocer sus enseñanzas y ponerlas por obra. Así concluyen las palabras de Jesús en el “Sermón del llano” en el Evangelio de hoy.

El Señor invitó a muchos a seguirlo y edificar su vida sobre la base de sus enseñanzas; esta es una llamada a la entrega de uno mismo, a la misericordia y al perdón. Para lograrlo, hay que estar en comunión con Cristo y recibir su palabra diariamente, que nos exhorta a renunciar a nuestros propios planes, a fin de amar y servir a los demás, como él mismo lo hace. Esta es la esencia de lo que nos enseña este Sermón del llano.

El buen fruto brota del amor de Dios en nuestro ser. El fruto malo brota de nuestras ambiciones egoístas y desordenadas, y del afán de alcanzar objetivos egoístas. En esto, las palabras que pronunciamos y las ideas que expresamos revelan lo que llevamos en el corazón y la mente, “pues la boca habla de lo que está lleno el corazón” (Lucas 6, 45).

La parábola de las casas edificadas sobre la arena o sobre la roca era de fácil comprensión para los oyentes de Jesús, porque bien conocían ellos la violencia de las tormentas y las inundaciones que a veces se desatan en Palestina, así como la fuerza de las avalanchas que se precipitan por las quebradas resecas arrasando todo a su paso. Cristo decía que si sus seguidores tenían la presencia del Espíritu en su interior, esa sería la roca firme sobre la que podrían edificar su casa y el resultado sería bueno.

Los cristianos construyen cimientos sólidos cuando escuchan las palabras del Señor y las ponen en práctica y cuando edificamos sobre este fundamento, Dios no nos deja solos, porque Jesús también trabaja con nosotros (Mateo 28, 20). Dedique tiempo cada día a la oración y la lectura de su palabra, y reciba al Señor en la Eucaristía, para que él le comunique fortaleza. Invoque el nombre de Jesús varias veces al día y deje que él haga de usted un buen discípulo suyo.
“Señor Jesús, concédeme la gracia de seguirte y ayúdame a escuchar tus palabras y ponerlas en práctica. Ven, Espíritu Santo, y enséñame a seguir a Jesús.”
1 Corintios 10, 14-22
Salmo 116(115), 12-13. 17-18

fuente:Devocionario católico la palabra con nosotros

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