Al comenzar la jornada a Ti, Dios Vivo y Verdadero,
se dirige mi corazón y mi mente.
Que todo cuanto ocurra tenga el sello de Tu Providencia.
Que Te descubra en cada palabra dada y recibida;
Que en cada expresión y acción de mi cuerpo se revele Tu Obra;
Y ya no sea yo moviéndome en mí,
sino en plena libertad, y para mi mayor libertad,
seas Tú en mí, moviéndote en mi.
Abre las puertas de la Gracia y Derrama Espíritu Santo, Padre del Cielo;
Derrámalo sobre lo creado, sobre todo lo animado;
Inunda de misericordia hogares, trabajos, calles y hospitales;
Toca con unción corazones y mentes;
Y en comunión de espíritu, junto con los ángeles y Arcángeles,
surja de la tierra un coro que unido al coro celestial proclame
el cántico del Cordero:
"¡Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente;
justos y verdaderos tus caminos, rey de los pueblos!"
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