Que mi voz se haga letanía y bendición:
¡Buen día, Señor!, ¡Buen día!
Ven y derrama Tu gracia y Tu Paz en nosotros;
Paz en el corazón,
Paz en la mente,
Paz en el espíritu… ¡Paz en las entrañas!
Para comprender al otro,
Para no verlo como enemigo.
Paz para construir la justicia,
Paz para no dañar al otro.
Que no ceda espacio ante ninguna violencia.
Que mis pensamientos no se vuelvan agresivos,
Que mis palabras no creen abismos;
Que mis gestos no disgusten a nadie…
Y así, lleno mi corazón y mi vida de Vos,
No tenga espacio alguno ni la furia, ni la rabia,
Ni la ira, ni el disgusto;
Que la intolerancia sea ajena,
La barbarie se acampe lejos de mi tienda,
Y al final de la jornada contemple Tu Sonrisa,
Tu Alegría porque la fidelidad ha sido inscrita en lo hondo de mi ser.
¡Amén!
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