jueves, 31 de mayo de 2018

Meditación: Lucas 1, 39-56

Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
Lucas 1, 42



Tan pronto como se enteró de que ella había sido escogida por Dios Padre para ser la Madre del Hijo de Dios y que su prima Isabel había recibido también el don de la maternidad, María se dirige decididamente a las colinas de Judea para felicitar a su prima, compartir con ella el gozo de haber sido agraciadas ambas con el don de la maternidad y ayudarle en lo que fuera necesario.

Dios puso así su proyecto de salvación en las manos y el corazón de dos mujeres escogidas. Cuando el hijo de Isabel salta de gozo, María feliz e iluminada por el Espíritu Santo, que ha sido derramado y que lo llena todo, canta la grandeza del Señor, que extiende su misericordia de generación en generación.

La Madre de Dios lleva a Jesús en su seno y es causa de una alegría inefable y profunda. La maternidad, dondequiera que se presente, es un don de Dios que genera alegría, esperanza, amor y felicidad. En efecto, las familias se alegran sobremanera cuando se anuncia que en pocos meses más habrá una nueva vida, como muchos de nosotros lo hemos experimentado personalmente.

Por desgracía, hoy en día, la maternidad no es valorada debidamente y muchos esposos anteponen otros intereses superficiales, manifestación de conveniencia y en realidad algo de egoísmo. Los posibles sacrificios que implica el amor paternal y maternal asustan a muchos matrimonios que, si pensaran más en cuántas bendiciones han recibido de Dios, debieran aceptar las nuevas vidas que el Señor les quiere dar y así muchas familias dejan de ser “santuarios de la vida”.

El Papa San Juan Pablo II reafirma que el uso de anticonceptivos y el aborto “tienen sus raíces en una mentalidad hedonista e irresponsable respecto a la sexualidad y presuponen un concepto egoísta de la libertad, que ve en la procreación un obstáculo al desarrollo de la propia personalidad.”

La Virgen María e Isabel valoraron y agradecieron la obra de Dios en ellas: ¡la maternidad! Es necesario, pues, que todos los católicos reencuentren el significado de la vida como un don sagrado de Dios a los seres humanos.
“Santísima Virgen María, Madre de Dios, gracias por ser también nuestra Madre. Bendice, te rogamos, a todas las madres embarazadas para que opten por la vida y protejan a sus hijos.”
Sofonías 3, 14-18
(Salmo) Isaías 12, 2-6
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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