Señor Dios, ten piedad de mi, tu siervo(a).
Por causa de la multitud de perseguidores, me volví como un vaso despedazado.
Libérame de la mano de los enemigos y asísteme, con Tu Bondad, para que encuentre lo que se perdí, se restablezca lo que encontré, y así te pueda agradar en todo, pues reconozco que fui redimido(a) por Tu poder. Por Cristo, nuestro Señor. ¡Amén!
Dios Todopoderoso, Tu hiciste habitar en casas a los desamparados y has llevado a los vencidos a la prosperidad. Mira mi aflicción y ven en mi auxilio: vence al perverso enemigo, a fin de que, apartada la presencia del adversario, la libertad se transforme en paz para mi. Y, así retornado(a) a Tu eterno amor, yo pueda confesar que eres admirable, pues diste fuerzas a Tu pueblo. Por Cristo, nuestro Señor, ¡amén!
Dios, Creador y Defensor del género humano, que formaste al hombre y mujer a Tu imagen y de modo más admirable los recreaste por la gracia del bautismo, mírame a mi, Tu siervo(a), y atiende mis súplicas. Haz brillar en mi corazón el esplendor de Tu Gloria, para que, apartado todo terror, miedo y temor, con mente y espíritu serenos, pueda alabarte con los hermanos y hermanas en Tu Iglesia. Por Cristo, nuestro Señor, ¡amén!
Dios, autor de la infinita misericordia y de todo bien, para apartar de nosotros el poder del enemigo, quisiste que Tu Hijo sufriese por nosotros el patíbulo de la cruz. Mira con bondad mi miseria y mi dolor y haz que, vencido el ataque del enemigo, colmes con la Bendición de Tu Gracia a aquel(la) que renovaste en la fuente del Bautismo. Por Cristo, nuestro Señor. ¡Amén!
Dios que, por la gracia de la adopción, quisiste que yo fuese hijo(a) de la luz, haz que no sea envuelto(a) en las tinieblas de los Demonios, sino que pueda permanecer siempre evidente en el esplendor de la libertad recibida de Ti. Por Cristo, nuestro Señor, ¡amén!
p. Vagner Baia
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