Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste?".Jesús les respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello".Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?".Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado".Y volvieron a preguntarle: "¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas?Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo".Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo;porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo".Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan".Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.
RESONAR DE LA PALABRA
El pan que da la vida
Hay muchas clases de pan. Quizá porque hay muchas clases de hambre. Hay personas que viven pensando y deseando tanto el pan de mañana que se olvidan de disfrutar el pan que tienen delante ahora mismo. O quizás lloran porque ayer no tuvieron pan, sin ver el banquete que está preparado ante ellos. También están los que sólo son capaces de preocuparse por su propio estómago, incapaces de darse cuenta de que hay hermanos y hermanas cerca que carecen del necesario pan.
Y la mayoría de la humanidad trabaja duramente cada día para procurarse el pan, o el arroz, o el maíz, necesario para sobrevivir, para poder llegar al día siguiente. Sólo ellos saben lo necesario que es el “pan nuestro de cada día”. Y generalmente son ellos los que mejor saben gozar, y agradecer, y disfrutar del pan que tienen en la mesa cada día, tanto si es fruto de su trabajo como si es un regalo. Cuando la vida se vive pendiente de un hilo, todo lo que se tiene es pura gracia y se recibe como un regalo.
Los que habían comido del pan que les había dado Jesús, fueron a buscarle, cuando se dieron cuenta de que había desaparecido. Habían gozado tanto. Estaba tan rico aquel pan. Para aquellos cuya vida había significado sólo lucha y sufrimiento el hecho de haber sido regalados con semejante banquete, un poco de pan y un poco de pescado, fue motivo suficiente para ir a la búsqueda del que se lo había regalado. Por eso, buscan a Jesús.
Ciertamente aquellos que buscaban a Jesús, de los que nos habla el Evangelio de hoy, no entendieron a la primera lo que significaba que Jesús fuera el “pan de vida”. Ellos lo que entendían con total claridad era el pan y el pescado que comieron, que Jesús les había dado, que les hizo sentirse saciados y quizá les posibilitó hasta dormir una buena siesta. Y lo entendían sencillamente porque tenían hambre. Será necesario un largo proceso hasta que lleguen a pasar del hambre físico al hambre de vida que era el que Jesús les estaba ofreciendo saciar. Pero, al menos, el primer paso ya lo han dado. Por el contrario, los que no tienen hambre desprecian el pan, los que se sienten saciados no necesitan de nada. Jesús puede estar en su vida, pero no pasará de ser un adorno más.
Para la reflexión
¿Qué tipos de hambres descubrimos en nuestro mundo? ¿En nuestra comunidad? ¿En nuestra familia? ¿En nosotros mismos? ¿Es Jesús sólo un adorno en nuestra vida o en nuestra familia o realmente encontramos en él el “pan de vida”? ¿Qué significa para nosotros que Jesús es el “pan de vida”?
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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