En todo momento, el enemigo de Dios intenta dejarnos ciegos e insensibles, para que pensemos que "no está bien así". La verdad es que el maligno ciega nuestros ojos, tapa nuestros oídos, insensibiliza nuestro corazón, para que no reconozcamos la maravilla de lo que Dios ha hecho en nosotros . Es por la acción del Espíritu Santo que el Señor quita de nuestros ojos las vendas que causan toda esa insensibilidad, dureza y entumecimiento.
La palabra "predestinación" ya muestra que existe un destino para cada uno de nosotros. Justamente a causa de eso, la tentación, continuamente, nos ofrece juguetes, cosas que satisfacen nuestra carne y nos dan placer, "status" y posición social. Y así, nos dejamos engañar por el enemigo en pequeñas cosas. ¡Él es maestro en engañarnos! El diablo nos engaña haciéndonos creer que somos los mejores, que somos capaces de conseguir todo solos. Incluso hasta hacernos sentir superiores a Dios.
Estamos llamados a la santidad. Todos, sin excepciones. Este es nuestro primer llamado, esta es la primer vocación de todo bautizado. Pide a Dios la gracia de no ser más engañado.
¡Dios los bendiga!
Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canción Nueva
Adaptación del original en portugués
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