Algunas veces "me pregunto si en el mundo actual es la Voluntad del Señor la que está prevaleciendo? Lamentablemente no! Claro que existen muchas buenas personas que ya fueron conquistadas para el Señor, que son verdaderamente del Señor, que fueron bautizadas en el Espíritu Santo, que tuvieron un encuentro personal con Jesús y hoy son discípulos y hacen parte de la Iglesia.
Pero la gran mayoría -muchos de ellos están cerca de nosotros, en nuestras casas, en nuestro ambiente de trabajo, hasta dentro de la misma iglesia-, están en territorios usurpados por el enemigo. Basta solo mirar nuestras instituciones, la educación, los medios de comunicación, el área de la justicia, el área de la salud, el comercio, la industria, el ambiente agropecuario. En fin, solo basta percibir a nuestro alrededor que no es la voluntad del Señor, Sus órdenes y leyes que imperan en el mundo de hoy. Hasta nosotros mismos, un día fuimos parte de ese territorio, hicimos cosas del modo que al diablo le gusta!
Es ése el territorio que necesita ser conquistado palmo a palmo! Diría persona a persona, cuerpo a cuerpo. Y el Señor nos envía como cuerpo, como pueblo de Dios, y es justamente por eso que necesitamos estar unidos. Imagina un cuerpo cuyos órganos están disgregados, en que cada órgano se percibe más importante que el otro. Imagina a cada uno de los que forman parte de tu grupo caminando solos y, muchas veces, aislado porque se considera mejor miembro, el que sabe más -quien actúa así acostumbra criticar al grupo, le impide crecer y, en la mayoría de la veces se posiciona contra los demás.
Todas las instituciones de la Iglesia necesitan ser una, porque la Iglesia es solo una. Y quien va a hacer eso somos nosotros! Los movimientos que el Espíritu Santo suscitó en la Iglesia necesitan estar unidos.
Es cierto que cada movimiento tiene un carisma propio, un don propio, una misión propia, y tiene una forma de hacer las cosas diversas de las otras, pero todos fueron constituidos por el Espíritu Santo -no fue por voluntad de los hombres. Y nosotros no podemos oponernos a la inspiración del Espíritu Santo. Esos movimientos son parte de un cuerpo, el Cuerpo de Cristo, en el cual nosotros nos encontramos!
Mons. Jonas Abib
Pentecostes hoje - página 25-26
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