El que cuenta con Dios, puede lo imposible. Afirmación constatada en mil formas, como en este pasaje conmovedor del evangelio, del leproso que se acerca a Jesús, y de rodillas le manifiesta el resorte que lo mueve: “Si quieres, puedes limpiarme” (Mc 1,40)...
Amar y odiar son una decisión. Decisión viene de decidir, que es resolver, cortar la dificultad, formar juicio definitivo sobre algo dudoso o cuestionable. La decisión es un querer, un acto de la voluntad. Si odio es porque decidí odiar, y si amo es porque decidí amar.
Cada uno tiene la personalidad, egregia o vulgar, de sus decisiones. Dime qué decisiones tomas, y te diré quién eres. Por ser dueño de ellas, cada uno moldea su vida con sus decisiones.
El que cuenta con Dios, puede lo imposible. Afirmación constatada en mil formas, como en este pasaje conmovedor del evangelio, del leproso que se acerca a Jesús, y de rodillas le manifiesta el resorte que lo mueve: “Si quieres, puedes limpiarme” (Mc 1,40): de mi enfermedad con tu salud, de mi pequeñez con tu grandeza.
El gesto del leproso manifiesta su identidad. Un ser proscrito, maldito, excomulgado que decide sobreponerse a su desventura cultivando su sensibilidad, y así, lejos del desánimo, vive lleno de fortaleza y dignidad.
Por cultivarse, el leproso descubre en Jesús un imán que lo atrae de modo irresistible, que lo impulsa a poner en él toda su confianza, cargada de cuanta fuerza bienhechora puede inspirarle ese ser adorable, con el prodigio de quedar limpio al instante.
Hay lepras de diferentes condiciones. La lista es larga. El odio, la tristeza, la amargura y la desconfianza, no menos que la gula y la lujuria. Más allá del ébola, hay una lepra que es pandemia, la codicia, el dios Dinero, con su altar en cada corazón.
“Incierto es el lugar donde la muerte te espera, por eso, espérala en todas partes” (Séneca). La espero amándolo todo, y sin apego a nadie ni a nada. La codicia, que me hace esclavo de las cosas, es la lepra de la cual pido diligentemente ser limpiado.
La codicia es la lepra que ensucia el corazón. Las noticias habladas y escritas lo pregonan por todas partes. El leproso, con su confianza y humildad, nos enseña a buscar la sanación de tan pavorosa enfermedad. Querer es poder.
Jesús, el sabio de los sabios, que conoce la intimidad del corazón, hace esta radiografía impresionante: “Nadie puede servir a dos señores, a Dios y al Dinero” (Mt 6, 24).
Decido pedir ser limpiado de la codicia, la lepra que me ensucia, para vivir en relación de amor con mi Creador y con todos los seres de la creación, comenzando por mí.
AUTOR: P. Hernando Uribe C., OCD
fuente portal carmelitano
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