Santa Catalina de Sena vio un día dos infelices que conducían al suplicio. Mientras que desgarraban su carne con hierros encendidos y prorrumpían en horribles blasfemias, la Santa oró por ellos con grande fervor, recordando al Señor las misericordias que había usado con tantos pecadores. Movido Jesús de sus oraciones se dignó aparecerse a aquellos cubierto de sus llagas ensangrentadas. Convirtiéronse en el momento aun en medio de aquel horrible suplicio; bendijeron a Dios, murieron con una resignación perfecta y subieron al Cielo. (Vida de la Santa por el Padre Frigerio, lib. II, cap. 10)
JACULATORIA
Eterno Padre, os ofrezco la Sangre de Jesucristo en rescate de mis pecados y por las necesidades de la Iglesia.
INDULGENCIA
El Soberano Pontífice Pío VII concedió cien días de Indulgencia por cada vez que se diga la anterior jaculatoria. Así consta del rescripto que se conserva en los archivos de los Padres Pasionistas de Roma.
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